Este lunes 25, en su penúltimo día de visita en Japón, el Papa Francisco se encontró en Tokio con sobrevivientes de la triple catástrofe que golpeó el país el 11 de marzo de 2011. En su discurso agradeció la solidaridad mostrada con las decenas de miles de damnificados y alentó a construir una cultura que combata la indiferencia, así como a reflexionar sobre qué clase de mundo quiere dejarse a las generaciones venideras.
A continuación el discurso completo del Papa Francisco:
Queridos amigos:
Este encuentro con ustedes es un momento importante de mi visita a Japón. Les agradezco la bienvenida. De manera especial, agradezco a Toshiko, Tokuun y Matsuki, quienes han compartido su historia con nosotros. Ellos y también ustedes representan a todos los que han sufrido de manera tan grande a causa del triple desastre -el terremoto, el tsunami y el accidente nuclear-, que afectó no sólo a las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima, sino a todo el Japón y a sus ciudadanos. Gracias por expresar con sus palabras y con su presencia la tristeza y el dolor sufrido por tantas personas, pero también la esperanza abierta a un futuro mejor. Matsuki, al terminar su testimonio, me invitaba a unirme a ustedes en oración. Hagamos un rato de silencio y que nuestra primera palabra sea rezar por las más de dieciocho mil personas que perdieron la vida, por sus familiares y por los que aún están desaparecidos. Una oración que nos una y que nos dé el coraje de mirar hacia adelante con esperanza.
También agradezcamos el esfuerzo de los gobiernos locales, organizaciones y personas que trabajan en la reconstrucción de las áreas donde ocurrieron los desastres y para aliviar la situación de las más de cincuenta mil personas que fueron evacuadas, actualmente en viviendas temporales, sin poder aún regresar a sus hogares.
Agradezco de modo especial, como bien lo señaló Toshiko, la rapidez con que muchas personas, no sólo de Japón sino de todo el mundo, se movilizaron inmediatamente después de los desastres, para apoyar a las víctimas con la oración y la ayuda material y financiera. Una acción que no puede perderse en el tiempo y desaparecer después del shock inicial, sino que debemos perpetuar y sostener. En relación a lo que señaló Matsuki, algunos de los que vivían en las áreas afectadas ahora se sienten olvidados y no pocos deben hacer frente a continuos problemas: tierras y bosques contaminados y los efectos a largo plazo de la radiación.