El Papa Francisco dirigió este sábado 23 su primer discurso oficial en Japón durante el encuentro que tuvo con los obispos, a quienes alentó a seguir pastoreando la pequeña comunidad católica y afirmó que "proteger toda vida", lema del viaje, "y anunciar el Evangelio no son dos cosas separadas", sino que "se reclaman y necesitan".
Francisco dijo estas palabras en la Nunciatura Apostólica ubicada en Tokyo, luego de escuchar el saludo del presidente de la Conferencia Episcopal del Japón y Arzobispo de Nagasaki, Mons. Joseph Mitsuaki Takami, quien recordó que este año la Iglesia local también celebra los 470 años de la llegada del santo jesuita San Francisco Javier y sus compañeros, que trajeron el cristianismo a este país.
Sin embargo, recordó el Prelado, en 1614 "comenzó una persecución que duró 260 años y muchos fueron martirizados". Sin embargo, "durante ese tiempo y principalmente en la región de Nagasaki los creyentes mantuvieron su fe a su modo y la transmitieron a través del bautismo, la oración y la enseñanza", relató.
Mons. Takami dijo que "en reconocimiento de este importante hecho histórico, el año pasado, iglesias y villas del área de Nagasaki fueron reconocidas como Patrimonio de la Humanidad".
Estas palabras del presidente del Episcopado japonés fueron recogidas por el Santo Padre en su discurso. "Ustedes son una Iglesia viva, que se ha mantenido pronunciando el Nombre del Señor y contemplando cómo Él los guiaba en medio de la persecución", les dijo, y recordó al jesuita San Pablo Miki, crucificado en febrero de 1597 junto a otros dos jesuitas y 23 franciscanos luego de ser forzados a caminar mil kilómetros desde Kioto a Nagasaki.
Así, tras compartir que desde joven quería ser misionero en Japón, Francisco invitó a los obispos a unirse en acción de gracias por a Cristo por todos los que durante siglos sembraron el Evangelio y sirvieron "al pueblo japonés con gran unción y amor; esta entrega le dio un rostro muy particular a la Iglesia nipona".