VATICANO,
El Papa Francisco, a partir de la Carta de San Pablo a los Romanos, hizo un llamado a la esperanza, porque "los sufrimientos del tiempo presente no son comparables a la alegría futura que se revelará en nosotros".
"Esa es la esperanza: vivir orientados a la revelación del Señor, orientados al encuentro con el Señor", subrayó el Pontífice. El Papa, en su homilía de la Misa celebrada este martes 29 de octubre en Casa Santa Marta, comparó la esperanza con "lanzar el ancla hacia la otra orilla" y amarrarse al cabo.
"La esperanza es ese vivir en tensión, siempre. Saber que no podemos echar raíces aquí: la vida del cristiano está 'en tensión hacia'. Si un cristiano pierde esa perspectiva, su vida se vuelve estática y las cosas que no se mueven se corrompen", advirtió.
El Papa puso un ejemplo de lo que trataba de explicar: "Pensemos en el agua: cuando el agua se detiene, no circula, no se mueve, se corrompe. Un cristiano que no es capaz de estar en acción, de estar en tensión hacia otra orilla, le falta algo: terminará corrompido. Para él, la vida cristiana será una doctrina filosófica, la vivirá así, dirá que es fe, pero sin esperanza no lo es".
En la homilía, Francisco reconoció la dificultad de "comprender la esperanza". La fe y la caridad se pueden comprender fácilmente, porque la fe se entiende como "la fe en Dios que nos ha creado, en Jesús que nos ha redimido y, por medio del rezo del Credo, sabemos cosas concretas de la fe".
La caridad se refiere "al bien que hacemos al prójimo, a los demás". Pero la esperanza presenta más dificultades para entenderla: "sólo los pobres la pueden tener".