Jifna es un pueblo palestino en Cisjordania, a solo ocho kilómetros al norte de Ramallah, la capital de facto de la Autoridad Nacional Palestina, y a 22 kilómetros al norte de Jerusalén. La aldea de dos mil habitantes es única gracias a la mayoría cristiana conservada durante casi 1.500 años, en una región donde los cristianos son una decreciente minoría.
En efecto, el monumento más famoso de Jifna no es una de las elaboradas mezquitas y minaretes que dominan el paisaje palestino, son las ruinas de la iglesia romana de St. George, construidas en el siglo sexto.
Jifna está en conflicto y esos desafíos son una justa representación de los complejos problemas que amenazan la supervivencia de las comunidades cristianas en Tierra Santa.
De acuerdo con las estadísticas oficiales del Patriarcado Latino, Jifna está perdiendo cristianos por la migración, quedando solamente 870 en la ciudad, de los cuales 428 son cristianos de occidente.
Un gran grupo de cristianos abandonó los territorios de Palestina durante la Segunda Intifada, un período de intensa violencia entre israelíes y palestinos que comenzó a fines de septiembre del 2000 y terminó a inicios de 2005.
"Los cristianos son una de las comunidades más pacíficas, educadas y con mayor movilidad en Israel. Estos leales ciudadanos sirven como amortiguador entre la población judía y musulmana y dan un poderoso testimonio del amor y perdón que ofrece Jesucristo", mencionó Roberto Nicholson, presidente de Philos Project y un experto en temas sobre la región.