ROMA,
Tres historias, tres protagonistas de Maaloula, Homs y Alepo, ciudades mártires del conflicto en Siria. Y sobre todo, la necesidad de llevar la ayuda a una nación y una población golpeada por ocho años de conflicto. Ayuda a la Iglesia que Sufre en Italia visitó recientemente Siria junto con el Arzobispo de Milán (Italia) Mario Delpini. El objetivo era ayudar a los cristianos a permanecer en Siria. Una opción nada fácil.
Alessandro Monteduro, director de Ayuda a la Iglesia que Sufre en Italia, subrayó que los efectos de las sanciones económicas producen tanta miseria como dolor provoca el conflicto. Son las sanciones que hacen imposible que Siria pueda recomenzar.
Estas declaraciones se unen a las que realizó el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano, durante el debate de la pasada semana sobre Siria en las Naciones Unidas. Así como a las que realizó el Cardenal Angelo Bagnasco, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, que estuvo en Siria hace dos semanas.
Monteduro asegura que "el conflicto ha terminado en gran parte de Siria. Sin embargo es como si Siria no existiera más. Está devastada, pero hay muchos sirios que han decidido permanecer en el país o que no pudieron salir de él".
Las cifras muestran la grave situación: 12 millones de sirios han dejado su casa, 11,8 millones han salido de Siria y de ellos, 6,7 millones son desplazados internos.
De los 18,3 millones de habitantes que tiene Siria, 15,5 millones de ellos tienen problemas de acceso al agua. Entre los cristianos, 100 mil han sido secuestrados.