"Cuando estaba en el Reformed Bible College estudiando para ser una misionera protestante, recuerdo tristemente tirar un rosario que me habían regalado, llena de miedo al verlo", explica Amanda en un artículo del National Catholic Register.
En ese episodio, menciona que aunque su corazón "se desgarró al hacerlo", tenía un profundo miedo a tener un rosario cerca, debido a todos los argumentos doctrinales engañosos que "se oponían agresivamente a la oración del Rosario", o cualquier devoción mariana, que había escuchado durante su vida.
Incluso, meses después de entrar en plena comunión con la Iglesia Católica y de servir como voluntaria para las Misioneras de la Caridad, estaba aterrorizada de ofender al Señor si rezaba el Rosario.
"Estaba profundamente perturbada por el hecho de que las hermanas siempre usaban un gran rosario completo alrededor de sus cinturas, y rezaban el Rosario cada vez que podían, abrazando la enseñanza de la Madre Teresa: 'aferrarse al Rosario como la enredadera se aferra al árbol, porque sin Nuestra Señora, no podemos soportar', recordó.
Las hermanas de la Madre Teresa "tenían un gran celo al rogar" a las familias que rezaban el Rosario. "Con coraje y sinceridad, tocaban puertas con rosarios en sus manos, preguntando si podían rezar un rosario con la familia acurrucada dentro. En medio de la cultura de la muerte, donde las familias son sacudidas por las tempestades de confusión y angustia, el Rosario diario puede actuar como un arca de salvación", explicó.
Sin embargo, señaló que en algunas ocasiones escuchar a las hermanas rezando la hacía llorar, "mientras luchaba por descubrir la verdad real y cruda sobre los dogmas marianos".