MADRID,
El P. Willy Milayi es misionero de la Inmaculada Concepción y vive en el Congo. Trabaja rescatando niños de la calle y les ofrece un lugar donde vivir, recibir educación y aprender un oficio que les saque de las minas de coltán en las que son obligados a trabajar.
"El coltán es un mineral muy escaso en la naturaleza que se utiliza en la fabricación de dispositivos electrónicos. Al ser tan escaso es muy caro y los principales yacimientos se encuentran entre otros países en República Democrática del Congo. La explotación de esas minas está en manos de las guerrillas", explicó el P. Malayi en una entrevista concedida a la diócesis de Málaga (España).
Este sacerdote trabaja con las personas que son obligadas a extraer este mineral. Durante la entrevista el P. Malayi recordó la historia de un niño que recorrió más de seis mil kilómetros huyendo.
"Os podéis imaginar las condiciones de miseria en las que llegó. Pero solo buscaba alguien que lo escuchara. Venía roto de dolor. Después de darle de comer, me contó su vida. Los milicianos sacaron de casa a su familia (padre, madre, dos hermanas y él) y los llevaron al bosque con dos propuestas: morir, o trabajar para ellos sacando el coltán de las minas, desde las 6 de la mañana a las 7 de la tarde. Trabajaban a 200 metros de profundidad para sacar 15 sacos de coltán diarios, por los que recibían dos dólares a final de mes", explicó el sacerdote.
Al comenzar las revueltas y protestas contra las guerrillas, los milicianos "primero violaron y mataron a la madre de este chico delante de él, después hicieron lo mismo con sus hermanas de 17 y 13 años y también mataron a su padre. Él consiguió escapar, pero me decía entre lágrimas: 'Yo no temo a la muerte, yo soy un cadáver, y un cadáver no teme a la muerte'".
"Nuestros [teléfonos] móviles están manchados con la sangre de los 'niños cadáveres'", asegura el sacerdote.