VATICANO,
"Fue un acto de suprema caridad", con esas palabras María Victoria Hernández, postuladora de la causa de María Pilar Gullón, Octavia Iglesias y Olga Pérez, conocidas como las enfermeras mártires de Astorga, definió el martirio de estas tres jóvenes asesinadas por no renegar de la fe durante la Guerra Civil española de 1936 a 1939.
Las tres eran laicas y fueron asesinadas por odio a la fe en Pola de Somiedo (España) el 28 de octubre de 1936 después de haber sido violadas durante toda la noche por un grupo de milicianos.
Según explicó María Victoria Hernández en declaraciones a ACI Prensa, ninguna de las tres jóvenes era enfermera, pero ante el drama de la guerra, decidieron formarse en la Cruz Roja para ayudar a los heridos "de modo imparcial, es decir, de las derechas y de las izquierdas. De los dos bandos de la Guerra Civil".
En el mes de octubre de 1936 fueron llamadas a un servicio de una semana en Pola de Somiedo, provincia de Oviedo, donde encontrarían el martirio y derramarían su sangre. "Al terminar el servicio tenían que regresar a Astorga, pero quisieron continuar sabiendo el peligro que corrían". Murieron en la noche del 27 al 28 de octubre de 1936. "Los heridos mismos, a los que ellas habrían querido continuar asistiendo, fueron también asesinados".
María Victoria Hernández subrayó la caridad como principal motivación del servicio de las tres enfermeras. "Desde el punto de vista de la fe, fue un acto supremo de caridad. Si la causa hubiese comenzado ahora, probablemente habrían podido seguir la vía del ofrecimiento de la vida, porque contiene todos los requisitos de esta vía", señaló.
El ofrecimiento de la vida es la cuarta causa de beatificación, junto con la del martirio, la de las virtudes heroicas y la de las causas excepcionales, aprobada por el Papa Francisco en julio de 2017.