Dragan y Marija nos decían lo difícil que resulta esto cuando todo parece aislarnos y privarnos de la oportunidad de encontrarnos. En los años que tengo -y no son pocos-, ¿Saben cuál es la mejor lección que he visto y conocido a lo largo de mi vida? El "cara a cara". Hemos entrado en la era de las conexiones, pero poco sabemos de comunicaciones. Demasiados contactos. Muy conectados y poco involucrados los unos con los otros. Porque involucrarse pide la vida, exige estar y compartir momentos buenos... y no tan buenos.
En el Sínodo dedicado a los jóvenes, que tuvimos el año pasado, pudimos vivir la experiencia de encontrarnos cara a cara, jóvenes y no tan jóvenes, y escucharnos, soñar juntos, mirar hacia delante con esperanza y gratitud. Ese fue el mejor antídoto contra la desesperanza y la manipulación, contra la cultura de lo instantáneo y de los falsos profetas que sólo anuncian calamidades y destrucción: escuchar y escucharnos.
Y ahora, permitirme que les diga algo que llevo muy en el corazón, regálense la oportunidad de compartir y disfrutar un buen "cara a cara" con todos, pero especialmente con sus abuelos, con los mayores de su comunidad. Alguno quizás ya me lo ha escuchado decir, pero creo que es un antídoto contra todos aquellos que quieren encerraros en el presente, ahogándolos y asfixiándolos con presiones y exigencias de una supuesta felicidad, donde parece que el mundo se acaba y hay que hacerlo y vivirlo todo ya. Esto genera con el tiempo mucha ansiedad, insatisfacción y resignación. Para un corazón enfermo de resignación, ningún remedio es mejor que escuchar las vivencias de los ancianos.
Amigos, dediquen tiempo a sus ancianos, a sus mayores, escuchen sus largas narraciones, que a veces parecen fantasiosas, pero que, en realidad, están llenas de experiencias valiosas, de símbolos elocuentes y sabiduría oculta que hay que descubrir y valorar. Son narraciones que requieren tiempo (cf. Exhort. apost. postsin. Christus vivit, 195).
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No olvidemos el dicho que un enano puede ver más lejos desde los hombros de un gigante. Así tendrán una visión como nunca la habían tenido. Entren en la sabiduría de su pueblo, de su gente, sin vergüenza ni complejos, y encontrarán una fuente de creatividad insospechada que lo llenará todo, les permitirá ver caminos donde otros ven murallas, posibilidades donde otros ven peligro, resurrección donde muchos solo anuncian muerte.
Por eso, queridos jóvenes, les digo que hablen con sus abuelos, con los ancianos, ellos son la raíz de su historia, la raíz de su pueblo, la raíz de sus familias. Deben adherirse a las raíces. Si un árbol se le podan las raíces ese árbol muere, si a ustedes jóvenes les quitan sus raíces, su historia, ustedes morirán, vivirán sin fruto, su patria no podrá fruto porque se separaron de sus raíces… Tengan cuidado con las colonizaciones ideológicas… ¿Qué tienen que hacer? Discernir… para no engarñarnos es importante hablar con los ancianos que les recordarán las raíces de su pueblo. Hablar con los ancianos para crecer. Hablar con nuestra historia para llevarla más adelante todavía. Hablar con nuestras raíces para dar flores y frutos.
Ahora, tengo que terminar porque el tiempo pasa. Pero les confieso algo. Al inicio de este encuentro con ustedes, mi atención ha sido atraída de una situación. Miraba esta mujer adelante, espera un bebé. Algunos de ustedes piensa: pobre mujer cómo tendrá que trabajar. ¿Alguien piensa eso? ¿Ninguno pensará que pasará noches sin dormir? Es bebe es una promesa. Esta mujer se arriesgo, va hacia adelante, mira hacia adelante, ella se siente con fuerza de las raíces para llevar adelante su pueblo. Y terminamos todos con un aplauso a todas las mujeres valientes que llevan adelante el pueblo. Gracias al traductor que ha sido muy bueno.
Al terminar, oremos juntos esta oración de Madre Teresa, para que esta certeza se grabe en nuestros corazones y podamos hacerla vida nuestra. Señor, ¿quieres mis manos para ayudar hoy a los pobres y enfermos que lo necesitan? Señor, hoy te ofrezco mis manos. Señor, ¿quieres mis pies para que me lleven hoy a quienes necesitan un amigo? Señor, hoy te ofrezco mis pies. Señor, ¿quieres mi voz para que hable hoy con los que necesitan tu palabra de amor? Señor, hoy te ofrezco mi voz. Señor, ¿quieres mi corazón para que ame a todos, sin excepción? Señor, hoy te ofrezco mi corazón.
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