Hace más de 10 años Sarah Wickline Hull fue diagnosticada con cáncer durante su embarazo, y pese a que los médicos la presionaron para que se realizara un aborto, prefirió arriesgar su vida antes que perder a su pequeña hija. Hoy más que nunca, agradece esa decisión.
Sarah, de 40 años, ya no tiene cáncer y su hija es una niña feliz y saludable de 10 años. Actualmente vive junto a su esposo Patrick Hull y sus dos hijas en Luisiana (Estados Unidos).
En entrevista con ACI Prensa, Sarah contó que padeció de "linfoma anaplásico de células grandes", un tipo de linfoma no Hodgkin poco frecuente y agresivo, que afecta a los ganglios linfáticos y regiones extraganglionares como huesos, médula ósea, tejido subcutáneo, pulmones, bazo e hígado.
"Yo estaba embarazada y no podía respirar. Se pensó que era bronquitis o neumonía, pero terminó siendo un linfoma no Hodgkin. No podía creerlo porque era mi primer hijo. Estaba muy asustada, por mí y por mi bebé", dijo.
Sarah cuenta que es conversa al catolicismo y que su fe la ayudó a salir adelante y afrontar los momentos más difíciles.
"Me convertí en 2007 y a mí me diagnosticaron cáncer en 2008. Si no hubiera tenido fe no sé cómo hubiera logrado atravesar todo esto, especialmente por la enseñanza de la Iglesia sobre el sufrimiento: el saber ofrecerlo por otros", explicó.