RABAT,
En el último evento del primer día de su viaje apostólico a Marruecos, el Papa Francisco se encontró con cerca de 80 migrantes africanos atendidos por Cáritas Diocesana en Rabat y les aseguró no son un "desecho humano", sino que están "en el corazón de la Iglesia".
Al llegar al centro, el Santo Padre escuchó el testimonio de Abena Banyomo Jackson, joven nacido en una pequeña aldea Camerún y que llegó a Marruecos después de cruzar varios países y pasar por distintos espacios para refugiados, con la esperanza de llegar a Europa para alcanzar un mejor futuro y recursos para ayudar a su familia.
Pero su vida cambió al conocer a un sacerdote, que "me acogió en su casa, la Iglesia, y me dio un nuevo aliento". Con el paso del tiempo, decidió quedarse en Marruecos y, después de regularizar su situación, comenzó a trabar con Cáritas en la ayuda a otros migrantes.
"Hoy quiero darte las gracias desde el fondo de mi corazón, la Iglesia me acogió y me cuidó como madre, con paz y con amor", le dijo al Papa.
El Santo Padre vio además la presentación de danzas de un pequeño grupo de niños africanos.
Ante los migrantes reunidos, el Papa destacó que este encuentro "es una ocasión que me permite expresaros nuevamente mi cercanía y hacer frente con vosotros a esta herida grande y dolorosa que continúa desgarrando los inicios de este siglo XXI".