VATICANO,
El Papa Francisco presidió este miércoles 6 de marzo, la Misa del Miércoles de Ceniza, con la imposición y bendición de la ceniza, en la Basílica romana de Santa Sabina.
En su homilía, el Santo Padre invitó a liberarse "de los tentáculos del consumismo y de las trampas del egoísmo" y vivir la Cuaresma como un momento propicio para la conversión.
"La Cuaresma es el momento para liberarnos de la ilusión de vivir persiguiendo el polvo. La Cuaresma es volver a descubrir que estamos hechos para el fuego que siempre arde, no para las cenizas que se apagan de inmediato; por Dios, no por el mundo; por la eternidad del cielo, no por el engaño de la tierra; por la libertad de los hijos, no por la esclavitud de las cosas. Podemos preguntarnos hoy: ¿De qué parte estoy? ¿Vivo para el fuego o para la ceniza?".
A continuación, el texto completo de la homilía pronunciada por el Papa Francisco:
«Tocad la trompeta, proclamad un ayuno santo» (Jl 2,15), dice el profeta en la primera lectura. La Cuaresma se abre con un sonido estridente, el de una trompeta que no acaricia los oídos, sino que anuncia un ayuno. Es un sonido fuerte, que quiere ralentizar nuestra vida que siempre va a toda prisa, pero a menudo no sabe hacia dónde. Es una llamada a detenerse, a ir a lo esencial, a ayunar de aquello que es superfluo y nos distrae. Es un despertador para el alma.
El sonido de este despertador está acompañado por el mensaje que el Señor transmite a través de la boca del profeta, un mensaje breve y apremiante: «Convertíos a mí» (v. 12). Convertíos. Si tenemos que regresar, significa que nos hemos ido por otra parte. La Cuaresma es el tiempo para redescubrir la ruta de la vida. Porque en el camino de la vida, como en todo viaje, lo que realmente importa es no perder de vista la meta.