EL PASO,
El Obispo de El Paso (Estados Unidos), Mons. Mark Seitz, calificó el muro que divide la frontera con México como "una gran cicatriz en nuestra tierra", y aseguró que "el desierto habla" sobre la sangre de los migrantes que murieron en su intento por cruzarlo.
En el marco del Servicio Interreligioso de Justicia y Misericordia en la Frontera, en el que participaron los obispos de las diócesis fronterizas de Estados Unidos y México, Mons. Seitz advirtió que "depende en la narrativa" que aceptemos, que puede ser "falsa o verdadera", el muro podría ser para algunos una barrera "bonita", que "va a protegernos, va a impedir la armada que está llegando".
Sin embargo, precisó, "si entendemos que los que están buscando pasar son en verdad gente que están huyendo para escapar de la violencia de su país, el desorden, el caos, que están experimentando ellos y sus familias", veremos "este muro como una gran cicatriz en nuestra tierra, dividiéndonos de nuestra familia y de nuestra unidad".
"Somos en verdad dos comunidades con mucho en común, dos comunidades que han vivido juntas por años aquí", aseguró el Prelado, y destacó que "esta región era un camino de paso para el paso libre de personas y cosas e ideas".
El muro fronterizo entre Estados Unidos comenzó a construirse en 1994, durante el primer gobierno de Bill Clinton. El cerco actual cubre poco más de mil kilómetros, casi una tercera parte de su frontera continental con México.
El servicio interreligioso se realizó en el marco del encuentro entre los obispos de las zonas fronterizas de ambos países, llevado a cabo del 24 al 27 de febrero en El Paso, estado de Texas.