Durante el encuentro con los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Panamá 2019, el Papa Francisco escuchó atentamente el testimonio de una joven que debió postergar su participación en la JMJ Cracovia para ayudar en su casa ante la muerte de tres abuelos suyos.
En el Estadio Rommel Fernández y frente a unos 19.500 jóvenes servidores, Stella Maris Deville Moreno de 21 años de edad recordó que esperaba vivir una JMJ desde hace muchos años.
Desde niña escuchaba de las jornadas mundiales, "pero sinceramente me falta ese granito de mostaza. No me veía en una jornada y no veía a mi país siendo sede de un evento como este".
Cuando supo que la JMJ 2016 sería en Cracovia (Polonia) se esforzó muchísimo junto a su hermana y comenzaron a vender caramelos, cupcakes, pasaron una película sobre la historia de Jesús, entre otras cosas, hasta que juntaron el dinero para viajar.
"Pero mis tres abuelos fallecieron en un mes y para poder sufragar los gastos usamos ese dinero. Yo dije 'lo más seguro es que el Señor nos está diciendo que mejor vayamos a la próxima'", lamentó.
Sin embargo, se alegró muchísimo cuando anunciaron durante la clausura de la JMJ de Cracovia que la próxima sede sería en Panamá. "Ahí me percaté de cómo es el Señor y Él lo maneja todo".