Una vez escuché decir a un campesino decir que el agua más pura cuál es, el agua destilada, decía él, pero usted sabe padre que cuando la tomo no tiene sabor a nada. Así es la vida de los que están criticando, chismeando, separados de los demás. Se sienten tan puros que no saben a nada, son incapaces de convocar a alguien, viven para cuidarse, para hacerse la cirugía estética en el alma y no para tender la mano a otros y ayudarlos a crecer, que es lo que hace Jesús, que acepta la complejidad de la vida y de cada situación.
El amor de Jesús es un amor que inaugura una dinámica capaz de ofrecer caminos y oportunidades de integración y transformación, de sanación y de perdón, caminos de salvación. Comiendo con publicanos y pecadores, Jesús rompe la lógica que separa, excluye, aísla y divide falsamente entre "buenos y malos". Y no lo hace por decreto o con buenas intenciones, tampoco con voluntarismos o sentimentalismos ¿Cómo lo hace Jesús? Lo hace creando vínculos capaces de posibilitar nuevos procesos; apostando y celebrando cada paso posible. Por eso Jesús, cuando Mateo se convierte, no le dice bueno te felicito, veni conmigo, sino que le dice hagamos fiesta en su casa. El chismoso, el que se para, no sabe hacer fiesta porque tiene el corazón amarrado. Crear vínculos, hacer fiesta es lo que hace Jesús.
Así rompe también con otra murmuración nada fácil de detectar y que "taladra los sueños" porque repite como susurro continuo: no vas a poder, no vas a poder. ¿Cuántas veces ustedes la han sentido aquí? Cuidado. Eso es como la polilla que te va comiendo por dentro, cuando vos sentís que no vas a poder, date un cachetazo y piensa que sí vas a poder, lo vas a lograr.
Es el cuchicheo interior que aparece en quien, habiendo llorado su pecado y consciente de su error no cree que pueda cambiar. Es cuando se cree interiormente que el que nació "publicano" tiene que morir "publicano"; y esto no es verdad. El evangelio nos dice todo lo contrario. Once de los doce apóstoles eran pecadores pesados, porque cometieron el peor de los pecados, abandonaron a su maestro, otros renegaron de e, otros se fueron lejos, traicionaron los apóstoles y Jesús los fue buscando y son los que cambiaron el Universo.
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A ninguno se le ocurrió, pensó "no vas a poder". Cuidado con la polilla del no vas a poder.
Amigos: Cada uno de nosotros es mucho más que sus rótulos. Es mucho más que los adjetivos que nos quieren poner, que la condena que nos impusieron. Así Jesús nos lo enseña e invita a creer.
La mirada de Jesús nos desafía a pedir y buscar ayuda para transitar los caminos de la superación. Hay veces que la murmuración parece ganar, pero no la crean, no la escuchen. Busquen y escuchen las voces que impulsan a mirar adelante y no las que los tiran abajo. Escuchen las voces que les hacen ver la ventana y mirar el horizonte. Cada vez que venga la polilla del no vas a poder, responder que si vas a poder.
La alegría y la esperanza del cristiano ―de todos nosotros, también del Papa― nace de haber experimentado alguna vez esta mirada de Dios que nos dice: vos sos parte de mi familia y no puedo dejarte a la intemperie. Eso es lo que nos dice Dios a cada uno. Vos sos parte de mi familia y no te voy a dejar tirado en la cuneta.
No puedo perderte en el camino, estoy aquí contigo. ¿Aquí? Sí Señor, aquí. Es haber sentido como lo compartiste vos, Luis, que en aquellos momentos que parecía que todo se había acabado algo te dijo:
¡No! Todo no ha terminado, porque tenés un propósito grande que te permite comprender que el Padre Dios estaba y está con todos nosotros y nos regala personas con las que caminar y ayudarnos a alcanzar nuevas metas.