Además, entre otros débiles, el Santo Padre recordó a los jóvenes y a los niños, y pidió "reflexionar seriamente sobre los pasos que se han dado para tutelar el bien de nuestros niños y su desarrollo social e intelectual, así como su crecimiento físico, psíquico y espiritual".
"En esta circunstancia, no puedo callar ante una de las plagas de nuestro tiempo, que por desgracia ha visto implicados también a varios miembros del clero. El abuso contra los menores de edad es uno de los peores y más viles crímenes posibles. Destruye inexorablemente lo mejor que la vida humana reserva para un inocente, causando daños irreparables para el resto de su existencia. La Santa Sede y toda la Iglesia están trabajando para combatir y prevenir tales crímenes y su ocultamiento, para averiguar la verdad de los hechos que implican a eclesiásticos y para hacer justicia a los niños que han sufrido violencia sexual, agravada por el abuso de poder y de conciencia", insistió.
De este modo, señaló que la próxima reunión del 21 al 24 de febrero con los presidentes de las conferencias episcopales del mundo "pretende cumplir un paso más en el camino de la Iglesia para arrojar luz sobre los hechos y aliviar las heridas causadas por esos delitos".
Violencia en contra de las mujeres
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El Papa también denunció que nuestra sociedad, a menudo está "caracterizada por contextos familiares frágiles, se manifiestan también comportamientos violentos contra las mujeres", cuya dignidad fue puesta de relieve por la Carta apostólica 'Mulieris dignitatem' publicada hace treinta años por San Juan Pablo II.
"Ante el flagelo del abuso físico y psicológico causado a las mujeres, es urgente volver a encontrar formas de relaciones justas y equilibradas, basadas en el respeto y el reconocimiento mutuos, en las que cada uno pueda expresar su identidad de manera auténtica, mientras que la promoción de algunas formas de indiferenciación corre el riesgo de desnaturalizar el mismo ser hombre o mujer", dijo.
Por último, también abordó el tema del trabajo. Dijo que si este "no se protege adecuadamente, deja de ser el medio por el que el hombre se realiza y se convierte en una forma moderna de esclavitud".
Además denunció la plaga del trabajo infantil y las nuevas formas de esclavitud, "así como a la disminución progresiva del valor de los salarios, especialmente en los países desarrollados, y a la discriminación persistente de las mujeres en el ámbito laboral".
El Papa Francisco citó nuevamente el discurso de San Pablo VI ante las Naciones Unidas para recordar que el cuerpo diplomático existe "para unir a las naciones, para asociar a los Estados; [...] para reunir los unos con los otros" para ser "un puente entre pueblos", por lo que pidió no olvidar las "masacres inútiles y ruinas espantosas". "Es la paz, la paz, la que debe guiar el destino de los pueblos y de toda la humanidad", exclamó.
En el contexto de aquella época, el Papa se refirió esencialmente a la proliferación de armas nucleares. "Por desgracia, es triste constatar cómo el mercado de armas no solo no se detiene, sino que hay una tendencia cada vez más generalizada a armarse, tanto por parte de personas individuales como de los estados", alertó.