REDACCION CENTRAL,
Sigitas Tamkevicius es el nombre del Arzobispo jesuita que, entregado totalmente a la Iglesia pese ser prisionero, logró sobrevivir la KGB. Hoy con 80 años de edad, cumplió su sueño de que un Papa llegara al lugar donde hace 35 años él y muchos otros padecieron la represión.
Cuando el Papa Francisco visitó un antiguo edificio de la KGB en Vilnius (Lituania) el pasado 23 de septiembre, el Arzobispo Sigitas Tamkevicius fue el único Prelado que lo acompañó al lugar que ahora es el Museo de los Combatientes de Ocupación y Libertad; y en el que alguna vez estuvo como prisionero.
El edificio también fue sede de la Gestapo alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la retirada nazi en 1944, la KGB se mudó al lugar. Más de 2,000 personas fueron ejecutadas allí, y cientos de sacerdotes fueron detenidos, incluyendo Mons. Tamkevicius cuando aún no era obispo.
Nacido en 1938, el Prelado recuerda claramente cómo fue la ocupación soviética de Lituania y explicó a CNA -agencia en inglés del Grupo ACI- cómo el régimen comunista quería acabar con la libertad religiosa.
"Los soviéticos querían destruir Lituania y suprimir la libertad religiosa, que era inexistente. Arrestaron a más de 300 sacerdotes, a quienes ni siquiera les estaba permitido enseñar. Lo que buscaban era minimizar a la Iglesia. Fue ahí que empezamos a pensar qué podríamos hacer para resistir al régimen", relató.
El Arzobispo tuvo un papel importante en la resistencia y, con otros sacerdotes, fundó en 1978 el Comité Católico para la Defensa de los Derechos de los Creyentes.