REDACCION CENTRAL,
La Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB) lamentó la muerte de una niña de siete años que estaba bajo custodia federal, un hecho que demuestra que las políticas de inmigración pueden tener consecuencias fatales.
"Estamos muy afligidos por la noticia de que la niña de siete años Jackeline Caal Maquin falleciera poco después de cruzar la frontera de México con Estados Unidos. Nuestras oraciones y nuestras sentidas condolencias van para la familia de Jackeline", escribió Mons. Joe Vasquez, Obispo de Austin y Jefe del Comité de Migraciones de la USCCB, en una declaración emitida el 18 de diciembre junto con Mons. Mark Seitz, Obispo de El Paso (Texas) y Mons. Gerald Kicanas, Administrador Apostólico de Las Cruces.
"De esta tragedia, tenemos que recordar esta profunda consecuencia humana de nuestras fallidas políticas de inmigración, incluyendo también que las restricciones del flujo de buscadores de asilo en la frontera pueden hacer que más familias busquen pasar por entre los puntos de entrada y eso los coloca en un riesgo mayor", agrega la declaración.
La niña murió el 8 de diciembre en un hospital de El Paso. Jackeline fue detenida dos días antes con su padre y otras 161 personas que buscaban asilo. La menor y su padre llegaron a la frontera desde el pueblo de Raxruha en Guatemala y el camino hasta Estados Unidos les tomó aproximadamente una semana. No eran parte de la llamada caravana migrante que hizo noticia en las últimas semanas.
La pequeña, que vivía con su familia en condiciones de extrema pobreza, tenía signos de no haber tomado alimentos ni agua. En el hospital pediátrico de El Paso donde fue atendida sufrió un paro cardiaco y falleció.
Sin embargo, según el abogado de Nery Gilberto Caal Cruz, el padre de Jackeline, a la niña sí se le dio agua y comida en el viaje hacia Estados Unidos.