VATICANO,
En su reflexión antes del rezo del Ángelus este domingo en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco explicó que el tercer domingo de Adviento, llamado también domingo de Gaudete, es un llamado a la alegría a pesar de los problemas y los sufrimientos, pero para acogerla es necesario ser capaz de cuestionarse haciéndose una importante pregunta.
"En medio de los problemas y los sufrimientos", la certeza de que Dios acompaña a sus hijos "alimenta la esperanza y el coraje, pero para acoger la invitación del Señor a la alegría, es necesario ser personas dispuestas a cuestionarse. Así como los que escucharon a San Juan Bautista se preguntaban ¿Qué cosa debemos hacer? Cada uno debe preguntarse ¿Qué debo hacer? Esta pregunta es la primera que estamos invitados a hacernos en este tiempo de Adviento".
Tras recordar que San Pablo alienta a no "angustiarse sin esperanza", Francisco resaltó que "la consciencia de que en las dificultades podemos siempre dirigirnos al Señor, y que Él no desoye nunca nuestras invocaciones, es un gran motivo de alegría. Ninguna preocupación, ningún miedo logrará nunca arrebatarnos la serenidad que viene de Dios, del saber que Dios guía amorosamente nuestra vida, siempre".
El Papa recordó que en la liturgia de hoy, "el profeta Sofonías se dirige con estas palabras a la pequeña porción del pueblo de Israel: 'Alégrate hija de Sión, grita de alegría, Israel exulta y aclama con todo el corazón, hija de Jerusalén'. Los habitantes de la ciudad santa son llamados a alegrarse porque el Señor ha revocado su condena".
"Dios ha perdonado, no ha querido castigar. En consecuencia para el pueblo no hay más motivo de tristeza ni desconsuelo, sino que todo lleva a una gratitud alegre hacia Dios, que siempre quiere rescatar y salvar a quien ama", continuó el Santo Padre.
"El amor del Señor por su pueblo es incesante, comparable con la ternura del padre por sus hijos, del esposo por la esposa", indicó. "Esto es lo que se llama el domingo de la Alegría, el tercer domingo de Adviento" agregó.