REDACCION CENTRAL,
El Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Cardenal Gianfranco Ravasi, señaló que si bien los católicos hoy en día son una minoría, su presencia debe ser "un grito y no un susurro".
Así lo indicó el Cardenal en entrevista concedida al diario italiano Corriere della Sera, en el marco del congreso realizado en Roma los días 29 y 30 de noviembre sobre el cierre de iglesias en Europa, América del Norte y Oceanía, titulado "¿Dios ya no habita aquí?".
En el mundo de hoy, dijo el Cardenal, "hay dos caminos fundamentales. El primero es reducirse y decir lo mínimo absoluto, religioso y moral. Reconocer la tendencia al subjetivismo y conceder casi todo, como hacen muchas iglesias protestantes: mejor tener algo mínimo para no quedar vacío. No estoy de acuerdo. La presencia de los creyentes, incluso si es mínima, debe ser un grito y no un susurro".
El segundo camino, continuó, "es conservar el núcleo, el kerigma (anuncio de la Buena Nueva), las grandes últimas palabras: el Decálogo, el sermón de la montaña, la verdad, la vida y la muerte. Hacer como San Pablo en el areópago de Atenas, sabiendo que es posible incluso el fracaso. La derrota y el rechazo son parte de la dinámica del anuncio".
En Grecia está el areópago, el lugar donde hace unos 2.000 años el apóstol San Pablo pronunció un sermón ante los intelectuales de la época; y en donde, según la tradición, solo una persona acogió su prédica: San Dionisio Areopagita.
"Para hacer entender la fuerza, la radicalidad evangélica de las Bienaventuranzas, no basta limitarse con leerlas sino que debo explicarlo en un lenguaje que lo actualice. San Pablo lo entendió y tomó el núcleo cristiano, el kerygma, y lo tradujo en un lenguaje que ya no era el de los judíos. El griego que usó San Pablo era como el inglés de ahora, el idioma digital", resaltó el Cardenal.