"Están realmente comprometidos con la misión porque sus padres fueron laicos misioneros. Son quienes trajeron la Iglesia aquí, plantaron la Iglesia, sufrieron por ella", comentó el Prelado.
"Cuando yo llegué no se permitía el ingreso de misioneros. Así es como terminé en la cárcel en Navidad. Todo tenían que hacerlo los laicos".
"Predicaban, convertían a la gente, bautizaban y –dado que la Misa era imposible y no se permitía que hubiera sacerdotes– alguno de ellos reunían a la gente en los pueblos una vez a la semana y los hacían rezar juntos, hacer las lecturas del día y cantar los himnos".
Hoy hay 28 sacerdotes diocesanos y 68 de órdenes religiosas que sirven a los 90 mil católicos que están en los más de 44 mil kilómetros cuadrados del territorio, muchos de los cuales no tienen acceso para autos. En opinión del Obispo, esto no es un problema sino una oportunidad para hacer crecer a la Iglesia.
"Nadie deja nada para que lo haga el sacerdote. Ellos (los laicos) son la Iglesia, ellos tiene que llevar el Evangelio. Lo saben porque la construyeron", dijo el Prelado a CNA.
Cuando una comunidad comienza en un pueblo, se hace con reuniones en la casa de algún catequista laico y, cuando crecen al punto de necesitar una iglesia, la construyen físicamente ellos mismos.
"Los sacerdotes son esenciales, claro está, para escuchar confesiones y celebrar Misa, pero son los laicos los que evangelizan, los que forman la Iglesia. En los pueblos remotos, los misioneros laicos no llevan a la gente a otro lugar donde haya iglesia, se quedan allí construyéndola".
Al ser preguntado sobre si considera que este tipo de evangelización puede ser un modelo para otros lugares, el Obispo explicó que "sin ninguna duda. Tenemos que darle más espacio al Espíritu Santo y su acción, y menos a la 'artillería pesada' en la que generalmente los católicos confiamos".
Por eso es que la formación es esencial. "Para mí la más grande falacia es que comenzamos la formación (a cierta edad) y la terminamos con la recepción de los sacramentos. En realidad nunca comenzamos y nunca podemos terminarla. Toda nuestra vida tiene que ser una experiencia de Dios".
"Sí, los catequistas tienen que recibir ciertos cursos, pero eso es pura teoría. ¿Cómo ayuda eso a difundir el Evangelio? Para lograr esto se necesita una verdadera experiencia de Dios en tu vida y llevar eso al contacto con los otros". De esa forma la Iglesia crece, agregó.
Sacerdocio misionero
Aunque algunos obispos han afirmado que un asunto importante para el Sínodo de la Amazonía que se celebrará en 2019 es la posibilidad de la ordenación de hombres casados, Mons. Pallipparambil explicó que los católicos en su diócesis no creen lo mismo.
"No me gusta para nada hablar del asunto porque es una discusión que nunca termina". "Una cosa que sí sé es que, siempre que tengo una reunión con jóvenes en edad universitaria, les pregunto: '¿Creen que más de ustedes se harían sacerdotes si les permitieran casarse?'. Y la respuesta es la misma y con claridad: 'No queremos sacerdotes casados'".
"De una cosa estoy seguro: por el bautismo todos somos sacerdotes, así que abracemos este 'sacerdocio' en el laicado y dejemos de insistir en esta solución clerical para todo", resaltó el Obispo.
En general, dijo, "los sacerdotes tienen que estar más disponibles para que puedan llegar a más personas con menos miembros. Tenemos que cambiar ciertas cosas con nuestro pensamiento, nuestros horarios de vida sacerdotal y hacernos mucho más flexibles".
Para concluir, el Obispo dijo a CNA que "crecemos por la interacción. Todos podemos pasar nuestras vidas encerrados en bibliotecas o en sitios web leyendo de todo, haciéndonos expertos –gigantes– pero por nuestra cuenta".
Sin embargo, cuestionó, "¿no sería más útil a Dios si supiera la mitad de eso pero viviéramos toda la vida compartiendo con los demás?".
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA
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