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Hace exactamente 61 años, el 28 de octubre de 1958, el Cardenal Angelo Giuseppe Roncalli fue elegido nuevo Papa de la Iglesia Católica y tomaría el nombre de Juan XXIII, el Pontífice que cuatro años después convocaría el Concilio Vaticano II, el evento eclesial mundial más importante del siglo XX.
Por esos años, en la Iglesia "se percibía un cierto cansancio en el funcionamiento de las estructuras centrales de gobierno, debido a la dificultad del cambio generacional, sobre todo en relación al Colegio de Cardenales, que tenía un número reducido: apenas 53, la mayoría muy ancianos, especialmente los que eran responsables de los dicasterios de la Curia Romana", escribió el sacerdote e historiador español Vicente Cárcel Ortí.
En un artículo publicado el 27 de octubre de 2018 en el diario del Vaticano, L'Osservatore Romano, titulado "¡Algo más que un Papa de transición!", el experto explicó que el escaso número de cardenales se debía a que en su pontificado de casi 20 años, el predecesor de San Juan XXIII, el Papa Pío XII, solo convocó dos consistorios: uno en 1946 y otro en 1953.
"No debe sorprender entonces que un colegio electoral dominado por cardenales muy ancianos hubiera elegido a un Papa de 77 años para un pontificado de 'transición', luego de los 20 años de Pío XII", precisó el historiador.
Pero esto "es cierto solo en parte, porque el pontificado de Juan XXIII, si bien breve porque duró cuatro años y medio, no puede ser definido como de transición, considerando que sorprendió al mundo e incidió profundamente en la vida de la Iglesia con una fuerza y una intensidad tal, que se le puede considerar tal vez como el pontificado que marcó un cambio completo en el camino de la Iglesia hacia el nuevo siglo".
Esto fue posible "gracias a su intuición de convocar e inaugurar el Concilio Vaticano II, considerado unánimemente por los historiadores como el más grande evento vivido por la Iglesia desde el Concilio de Trento" que se realizó entre 1545 y 1563 en 25 sesiones.