Francisco insistió en su homilía que este camino de la vida es un camino "en el que debemos ser ayudados por acompañantes, por protectores, por brújulas humanas que nos custodian de los peligros".
Porque el principal peligro, aseguró, es "el peligro de no caminar. Hay mucha gente que se acomoda y que no camino, y que se pasa la vida entera parado, sin moverse, sin hacer nada. Y eso es un peligro", advirtió.
Como ejemplo de esas personas que pasan la vida sin moverse, el Santo Padre habló de "aquel hombre del Evangelio que tenía miedo de invertir su talento. Lo había enterrado y pensó: 'Así me quedo en paz, me quedo tranquilo porque no podré cometer un error. Mejor no arriesgarse'".
"Hay mucha gente que, como ese hombre, no sabe caminar, que tiene miedo de arriesgarse y, como resultado, se paraliza. Frente a esa actitud, nosotros sabemos que la regla es que quien en la vida se queda parado, termina por corromperse. Es como el agua: cuando el agua se estanca, llegan los mosquitos, depositan sus huevos y todo se ponzoña. Todo".
Por eso, "el Ángel nos ayuda y nos empuja a caminar", explicó.
No obstante, los peligros a los que se enfrenta el pueblo de Dios en su camino no se limitan a la tentación de quedarse paralizado. El Papa citó otros dos: el peligro de equivocarse de camino y el camino de abandonar el camino para dispersarse por una 'plaza'".