Greg Burke:
Permanezcamos sobre el viaje. Llega un lituano sobre el viaje. Pugagiauskas de la televisión lituana.
Vykintas Pugagiauskas LRT (Lithuanian Radio television):
En todos los países bálticos usted profesó la apertura a los migrantes, apertura para acoger a los demás, pero, por ejemplo en Lituania ya hubo una discusión sobre una muchacha que usted saludó en el avión y ella no parecía exactamente lituana. Ella está parte italiana, un poco más oscura. Entonces mi pregunta es: ¿La gente en los países bálticos solo escuchan lo que quieren escuchar de usted, en vez de lo que usted está tratando de decirles? ¿Escuchan su mensaje sobre la apertura?
Papa Francisco:
El mensaje sobre la apertura a los migrantes está bastante avanzado en su pueblo. No hay focos fuertes populistas, no. Sea que Estonia y Letonia son pueblos abiertos que tienen deseo de integrar a los migrantes, pero no macizamente porque no se puede integrarlos con la prudencia del gobierno. Hemos hablado con dos de los tres jefes de Estado sobre esto y el argumento lo han puesto ellos, no yo, y en los discursos de los presidentes usted verá que la palabra acogida, apertura, es frecuente. Esto indica un deseo de universalidad en la medida que se pueda tener. La medida en que se integren, esto es muy importante, en la medida que no sea una amenaza contra la propia identidad. Son tres cosas que he comprendido sobre la migración del pueblo. Esto me ha tocado mucho: apertura prudente y bien pensada. No sé si usted piensa otra cosa.
Yo creo que sí (se ha recibido el mensaje). En este tono que digo, porque hoy el problema de los migrantes en todo el mundo, y no solo la inmigración externa sino también interna, en los continentes es un problema grave. No es fácil estudiarlo, en cada lugar tiene diversas connotaciones.
Greg Burke:
Santo Padre, las preguntas sobre el viaje han terminado
Papa Francisco:
Quisiera decirles algunas cosas sobre algunos puntos del viaje que he vivido con una fuerza especial. El hecho de vuestra historia, de la historia de los países bálticos. Una historia de invasiones, de dictaduras, de crímenes, de deportaciones.
Cuando visité el Museo en Vilna. Museo es una palabra que te hace pensar en el Louvre, pero ese museo es una cárcel donde los detenidos por razones políticas o religiosas, eran llevados. He visto celdas del tamaño de este asiento, donde solo se podía estar de pie, celdas de torturas. He visto lugares de tortura donde, con el frío que hace en Lituania, llevaban a los prisioneros desnudos, les echaban agua y los dejaban allí por horas, para romper la resistencia.
Y luego estuve en el aula, en el salón grande de las ejecuciones. Allí llevaban por la fuerza los prisioneros y simplemente los mataban con un tiro en la nuca, luego los sacaban con una escalera mecánica hacia un camión que los tiraba en el bosque, en un lugar... mataban más o menos 40 personas al día.
Al final fueron alrededor de 15 mil los que fueron asesinados ahí. Esto hace parte de la historia de Lituania, también de los otros países, pero lo que yo vi era de Lituania.
Después fui al lugar del gran gueto, donde eran asesinados miles de judíos, luego en la misma tarde fui al monumento de la memoria de los condenados, asesinados, torturados y deportados. Ese día, les digo la verdad, acabé destruido. Me hizo pensar en la crueldad, pero les digo, con la información que tenemos hoy, la crueldad no se ha terminado. La misma crueldad hoy se encuentra en muchos lugares de detención. Hoy se encuentra en muchas cárceles, también la sobrepoblación de una cárcel es un modo de tortura, de no vivir con dignidad.
Una cárcel hoy que está sistematizada sin dar al detenido la salida de la esperanza ya es una tortura. Luego hemos visto en la televisión la crueldad de los terroristas del ISIS: ese piloto jordano quemado vivo, los cristianos coptos degollados en la playa de Libia, y muchos otros. Hoy la crueldad no se ha terminado. En todo el mundo se ve y este mensaje se lo quiero dar a ustedes los periodistas. Este es un escándalo, un escándalo grave de nuestra cultura y de nuestra sociedad.
Otra cosa que he visto en estos tres países es el odio a la religión, cualquiera que sea. El odio. He visto a un obispo jesuita en Lituania o Letonia, no recuerdo bien, que fue deportado a Siberia durante diez años, luego llegó a un campo de concentración y ahora es un anciano vivo. Muchos hombres y mujeres que para defender la propia fe que está en su identidad, han sido torturados y deportados a Siberia y no han regresado, o han sido asesinados.
La fe de estos tres países es grande, es una fe que nace después del martirio y esto es una cosa que, tal vez ustedes han visto hablando con la gente como ustedes los periodistas hacen para tener noticias del país. Luego esta experiencia de fe tan importante ha generado un fenómeno singular en estos países, una vida ecuménica como no hay en otros, tan generalizada. Hay un verdadero ecumenismo: encumenismo entre luteranos, buatistas, anglicanos, también los ortodoxos.
Ayer en la catedral de Riga en Letonia, en el acto ecuménico, lo hemos visto. Una cosa grande: hermanos, cercanos, una sola Iglesia, cercana. El ecumenismo tiene sus raíces.
También hay otro fenómeno en estos países que es importante estudiarlo. Tal vez ustedes pueden hacer muchas cosas buenas en su oficio estudiando esto: el fenómeno de la transmisión de la cultura, de la identidad y de la fe.
Usualmente la transmisión la hacen los abuelos. ¿Por qué? Porque los papás trabajaban, el padre y la madre trabajaban y tenían que estar sindicalizados en el partido, en el caso soviético, o bajo la línea del nazismo y eran educados ateos. Pero los abuelos han sabido educar la fe y la cultura. En un tiempo en el que en Lituania estaba prohibido el uso de la lengua lituana y fue sacada de las escuelas, cuando iban al servicio religioso, protestante o católico, allí tomaban los libros de oración para ver si estaban en lengua lituana, lengua rusa o alemana.
Muchos, una generación, ha aprendido en esa época la lengua madre de los abuelos. Los abuelos que enseñaban a escribir o a leer la lengua madre. Esto nos hace pensar que sería bello algún artículo o servicio televisivo sobre la transmisión de la cultura, de la lengua, del arte, de la fe en momentos de dictadura, de persecución. No se podía pensar en otra cosa porque todos los medios de comunicación en ese tiempo eran pocos como la radio y estaban tomados por el estado.
Cuando un gobierno se convierte o quiere convertirse en dictatorial, la primera cosa que hace es tomar los medios de comunicación. Esto lo quiero subrayar.
Y ahora hablo sobre el encuentro con los jóvenes hoy. Los jóvenes se escandalizan. Introduzco aquí la primera pregunta que era sobre algo distinto del viaje. Los jóvenes se escandalizan de la hipocresía de los grandes. Se escandalizan de las guerras, se escandalizan de la incoherencia, se escandalizan de la corrupción, y en esto de la corrupción entra lo que usted decía de los abusos sexuales.
Es cierto que hay una acusación contra la Iglesia. Todos sabemos y conocemos las estadísticas, yo no las diré, pero si fuera solo un sacerdote el que abusa de un niño o una niña, esto es monstruoso porque ese hombre ha sido elegido por Dios para llevar al niño al cielo.
Entiendo que los jóvenes se escandalizan con esta corrupción tan grande. Saben que está en todo lugar, pero en la Iglesia es más escandaloso porque deben llevar a los niños a Dios y no destruirlos.
Los jóvenes buscan hacer su camino con la experiencia. El encuentro de los jóvenes hoy fue muy claro: ellos piden ser escuchados. Piden escucha. No quieren fórmulas fijas. No quieren un acompañamiento directivista.
La segunda parte de esta pregunta que fue la primera, después del viaje, era que la Iglesia no hace las cosas como debe en este, en castigar esta corrupción.
Tomo, por ejemplo, el informe de Pensilvania, y vemos que en los primeros 70 años hubo muchos sacerdotes que cayeron en esta corrupción. Luego en un tiempo más reciente ha disminuido, porque la Iglesia se dio cuenta que debía luchar de otro modo.
En tiempos antiguos estas cosas se cubrían, también se cubrían en casa, cuando el tío violentaba a la sobrina, cuando el papá violentaba a los hijos, se cubrían porque era una vergüenza muy grande. Era el modo de pensar de los siglos pasados o del siglo pasado.
Hay un principio que me ayuda mucho a interpretar la historia: un hecho histórico es interpretado con la hermenéutica de la época en el que ocurrió, no con una hermenéutica dictada por el hoy. Por ejemplo, el indigenismo. Hubo tantas injusticias y brutalidades, pero no puede ser interpretado con la hermenéutica de hoy cuando tenemos otra conciencia. Un último ejemplo: la pena de muerte. El Vaticano, cuando era estado, tenía la pena de muerte. El último fue decapitado en 1870, más o menos, era un muchacho. Pero luego la conciencia moral crece.
Es cierto que siempre hay lagunas y condenas a muerte escondidas. Tú eres viejo, das fastidio, no te doy las medicinas y te vas. Es una condena a muerte social de hoy. Creo que con esto he respondido: la Iglesia... tomo el ejemplo de Pensilvania. Miren las proporciones y miren cuando la Iglesia ha tomado conciencia de esto y lo ha puesto todo.
En los últimos tiempos he recibido muchas pero muchas condenas de la Congregación para la Doctrina de la Fe y he dicho "adelante, adelante". Nunca he firmado, después de una condena, un pedido de gracia. Sobre esto no se negocia, no hay negociado.
Antonio Pelayo de Vida Nueva:
Santo Padre, hace tres días se firmó un acuerdo entre la Santa Sede y el gobierno de la República China. ¿Puede darnos alguna información sobre su contenido? Porque algunos católicos chinos, en particular el Cardenal Zen, lo acusan de haber vendido la Iglesia al gobierno de Pekín tras muchos años de sufrimiento. ¿Cómo responde a estas acusaciones?
Papa Francisco:
Este es un proceso de años. Un diálogo entre la comisión vaticana y la comisión china para sistematizar el nombramiento de obispos.
El equipo vaticano ha trabajado mucho. Quisiera nombrar a algunos como Monseñor Celli, que con mucha paciencia ha ido al diálogo que ha durado años. ¡Años! También el Padre Rota Graziosi, un humilde curial de 72 años que quiere servir como sacerdote, ir a la parroquia, pero que se ha quedado en la Curia para ayudar en este proceso.
Y luego el Secretario de Estado que es un hombre muy devoto, el Cardenal Parolin, pero que tiene también una especial devoción para la observación. Todos los documentos los estudia hasta en los puntos, comas y acentos. Esto a mí me da una seguridad muy grande. También este equipo con estas cualidades ha seguido adelante.
Ustedes saben que cuando se hace un acuerdo de paz o una negociación, las dos partes pierden algo. Esta es la ley. Las dos partes, y se sigue adelante. Y esto ha seguido adelante. Dos pasos adelante, uno atrás, dos adelante, uno atrás. Luego han pasado los meses sin hablarnos y luego llegó el tiempo de hablar, que parece al tiempo chino, lentamente. Esta es sabiduría, la sabiduría de los chinos.
Y sobre los obispos que estaban en dificultad han sido estudiados caso por caso. Por cada obispo han llegado al final los expedientes de cada uno a mi escritorio y he sido yo el responsable de firmar cada caso de los obispos. Luego el caso del acuerdo ha regresado, se ponían los borradores en mi escritorio, se conversaba, daba mis ideas, los otros discutían y se iba adelante.
Pienso en la resistencia, en los católicos que han sufrido. Es cierto, y ellos sufrirán. Siempre en un acuerdo hay sufrimiento, pero ellos tienen una gran fe, y ellos escriben, hacen llegar los mensajes. Lo que dice la Santa Sede, lo que dice Pedro es para ellos lo que dice Jesús. Si la fe martirial de esta gente hoy sigue adelante, ¡son grandes!
El acuerdo lo he firmado yo. Al menos las cartas plenipotenciarias para firmar ese acuerdo que yo he firmado. Yo soy el responsable. Los otros que he nombrado en todo han trabajado por más de diez años. No es una improvisación, sino que es un camino, un verdadero camino.
Y luego una anécdota sencilla y un dato histórico. Dos cosas. Cuando salió aquel famoso comunicado de un ex nuncio apostólico, los episcopados del mundo me han escrito, diciendo claramente que se sentían cercanos, que rezaban por mí... Los fieles chinos han escrito y la firma de este escrito era del obispo, digamos de la Iglesia tradicional católica y del obispo de la Iglesia Patriótica, los dos juntos y los fieles juntos con ellos. Para mí ha sido una señal de Dios.
Y la segunda cosa, una anécdota también. No olvidemos que en América Latina, gracias a Dios que se ha superado esto, no olvidemos que por 350 años fueron los reyes de Portugal y España quienes nombraban los obispos y el Papa solo les daba la jurisdicción- No olvidemos el caso del Imperio Austro-húngaro. María Teresa se encargaba de firmar el nombramiento de los obispos y daba la jurisdicción el Vaticano, eran otras épocas. ¡Gracias a Dios! Que no se repitan.
Pero esto no es (…) sino que es un diálogo sobre eventuales candidatos. La cosa se hace en diálogo pero nombra Roma, nombra el Papa. Esto es claro. Y rezamos por los sufrimientos de algunos que no entienden o que tienen en sus espaldas muchos años de clandestinidad.
Agradezco mucho esto. Nos dicen que la cena está lista y el vuelo no es muy largo. Gracias por todo su trabajo y recen por mí.
Greg Burke:
Gracias a usted Santo Padre, buena cena y buen reposo.
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