CIUDAD DE MÉXICO,
Un día como hoy, 21 de septiembre de 1992, se establecieron oficialmente las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede, tras más de un siglo de desencuentros entre Iglesia y Estado.
Según recogió ese año el diario estadounidense New York Times, Joaquín Navarro Valls, entonces director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, calificó el hecho como "la superación de un anacronismo", mientras que el entonces secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Mons. Ramón Godínez Flores, dijo que se trató de un "paso muy importante".
Las relaciones entre la Iglesia y el Estado en México se debilitaron a mediados del siglo XIX, debido a la nacionalización de propiedades eclesiales dispuesta por el presidente mexicano Benito Juárez.
Para 1917, la nueva Constitución de México desconoció diversos derechos de la Iglesia, como su personalidad jurídica, limitó el número de sacerdotes e impuso restricciones graves al culto público.
En 1924, Plutarco Elías Calles promulgó la norma conocida como "Ley Calles", que buscó hacer efectivos los artículos constitucionales contra la Iglesia, y prohibió cosas como las congregaciones religiosas, que un sacerdote vistiera en la calle traje talar y que se enseñara religión.
La Ley Calles disparó los enfrentamientos conocidos como "Guerra Cristera".