SANTIAGO,
Todos los miércoles en la noche Elena Donaire, de 87 años, sale de su casa a hacer apostolado a quienes viven en situación de calle en Santiago de Chile, una misión que nació de una promesa que hizo a San Alberto Hurtado de servir según su ejemplo.
Desde hace 40 años, la "abueli", como la llaman los otros voluntarios, participa en el proyecto "La Ruta de la Calle" del Hogar de Cristo. Lo primero que hace es preparar los panes, hervir el agua y organizar la ropa de abrigo que se entregará a las personas que lo necesiten. Cuando ya está todo listo, los voluntarios emprenden camino.
La anciana es la primera en bajar del furgón para iniciar el servicio. Muchos que viven en la calle que ya la conocen la saludan con cariño y la llaman "mamita querida".
En una entrevista con Comunicaciones del Arzobispado de Santiago, Elena explicó que su misión tiene su raíz en su amistad con San Alberto Hurtado, fundador del Hogar de Cristo, a quien antes de morir "le prometí seguir sirviendo a la gente, tal como lo hacía él".
"Ese es el motivo más grande que tengo para seguir ayudando, esto es mi alegría. Yo voy a salir a la calle a ayudar hasta que el de arriba me llame. Yo sé que si él estuviera vivo, estaría aquí en la calle ayudando conmigo, me gustaría estar al lado de él", aseguró.