21 de noviembre de 2024 Donar
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Se cumplen 42 años de la matanza de los sacerdotes palotinos en Argentina

La Sociedad del Apostolado Católico (palotinos) en Argentina conmemoró los 42 años de la "Masacre de San Patricio", como se conoce al asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas el 4 de julio de 1976 en Buenos Aires.

Los sacerdotes P. Alfredo Leaden, P. Pedro Dufau y P. Alfredo Kelly; y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, todos palotinos, fueron asesinados durante la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, en la iglesia de San Patricio.

El miércoles 4 de julio, la comunidad palotina se congregó en esta parroquia para celebrar una Misa presidida por el Arzobispo de San Juan de Cuyo, Mons. Jorge Lozano, "para hacer memoria de los hermanos nuestros que fueron asesinados por odio a la fe".

En su homilía, Mons. Lozano señaló que "hubo quienes querían un modo de vivir la fe puertas adentro, una Iglesia arrinconada en la sacristía, un ritualismo externo y vacío", señaló sobre el contexto en que los sacerdotes y seminaristas fueron asesinados.

"La irracionalidad de la violencia homicida no tiene explicaciones convincentes. Nunca hay motivos para ir contra la vida de nadie. Cada uno de ellos, al igual que nosotros, formamos parte de un Plan del Amor de Dios", afirmó.

El Prelado recordó que "en la madrugada del 4 de julio de 1976 el infierno abrió sus puertas, pero no se apropió de 5 vidas. El amor es más fuerte que la muerte".

Concelebraron la Eucaristía el párroco de San Patricio, P. Pablo Bocca, el P. Rodolfo Capalozza SAC, sobreviviente del ataque, el P. Juan Sebastián Velasco, postulador de la causa de beatificación de las cinco víctimas, y otros sacerdotes de la comunidad palotina.

Además de la Celebración Eucarística se hizo un homenaje que consistió en colocar en la vereda de la parroquia tres baldosas en memoria de los cinco palotinos asesinados.

Una de las baldosas contiene la frase pronunciada en 2001 por el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, en su homilía por el 25º aniversario de la matanza: "Las baldosas de este solar están ungidas con la sangre de ellos".

El asesinato de los palotinos

Los tres sacerdotes y dos seminaristas fueron asesinados en la madrugada del 4 de julio de 1976 dentro de la iglesia de San Patricio, en el barrio de Belgrano, en Buenos Aires.

Según testigos, frente a la iglesia estaban estacionados dos autos sospechosos, de los cuales descendieron hombres con armas largas.

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A la mañana siguiente, al ver que no se abría la puerta del templo para celebrar la primera Misa del día, el organista Fernando Savino entró por la ventana y encontró los cuerpos acribillados de las víctimas, alineados boca abajo sobre una alfombra roja.

En una de las puertas estaba escrito: "Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria". En una alfombra también se escribió: "Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M.", en referencia al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo fundado en Argentina en 1967.

La frase sobre "Seguridad Federal" se refería al atentado de los Montoneros –guerrilla comunista que actuó entre 1970 y 1980– realizado dos días antes contra el comedor de esa dependencia y que dejó varios policías muertos.

Aunque en un comunicado el Ejército atribuyó el asesinato de los religiosos a "elementos subversivos", algunos testigos coincidieron en que los autores pertenecían a un grupo de tareas de la Escuela de Suboficiales de Mecánica de la Armada (ESMA).

Días antes, el P. Kelly (uno de los asesinados) había dado un sermón que fue recordado como el "sermón de las cucarachas", en el que denunció que feligreses de San Patricio habían participado en los remates de los bienes confiscados a los desaparecidos.

Según se indicó, el sacerdote usó la palabra "cucarachas" para referirse a quienes ya no podía seguir llamando ovejas de su rebaño. Poco después, el P. Kelly supo que en el barrio circulaba una carta en la que un grupo de fieles pedía su destitución y lo acusaba de "comunista". En su diario personal el presbítero escribió sobre su preocupación por este tema.

Horas antes de los asesinatos, el sacerdote también habló durante la cena sobre estos movimientos, preocupado por las consecuencias que podrían tener.

Asimismo, días antes del crimen la congregación de los palotinos había discutido en una reunión qué posición se iba a tomar ante los asesinatos y desapariciones que ocurrían en el país.

El 5 de julio se celebró la Misa por los sacerdotes y seminaristas muertos. La Eucaristía fue concelebrada por el Nuncio en Argentina, Mons. Pío Laghi.

Además, el Nuncio y el Cardenal Juan Carlos Aramburu fueron a la Junta Militar para pedir explicaciones. Esta, que había asegurado que fueron "elemento subversivos", luego llegó a admitir que se trataron de grupos militares salidos de control, según la prensa argentina.

El Nuncio y el Purpurado también llevaron una carta de la Conferencia Episcopal Argentina. "Nos preguntamos, o mejor dicho la gente se pregunta a veces sólo en la intimidad del hogar o del círculo de amigos, porque el temor también cunde: ¿Qué fuerzas tan poderosas son las que con total impunidad y con todo anonimato pueden obrar así a su arbitrio? ¿Qué garantía, qué derecho le queda a los ciudadanos?", señala el texto.

El caso nunca fue esclarecido.

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El asesinato de los tres sacerdotes y dos seminaristas fue abordado por el periodista Eduardo Kimel en su libro "La Masacre de San Patricio", en el que afirma que "en el caso de los palotinos, el juez Guillermo Rivarola cumplió con la mayoría de los requisitos formales de la investigación, aunque resulta ostensible que una serie de elementos decisivos para la elucidación del asesinato no fueron tomados en cuenta. La evidencia de que la orden del crimen había partido de la entraña del poder militar paralizó la pesquisa, llevándola a un punto muerto".

Durante años el periodista enfrentó una denuncia de este juez.

Los tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos no fueron los únicos religiosos asesinados durante el periodo de la dictadura militar. El 4 de agosto de 1976 murió el Obispo de La Rioja, Mons. Enrique Angelelli, luego de que dos vehículos chocaran su auto.

El cuerpo del Prelado fue encontrado a 25 metros de su vehículo. Estaba en forma de cruz y con un fuerte golpe en la nuca. En julio de 2014 la justicia argentina condenó a cadena perpetua a dos exmilitares por ser los autores intelectuales de la muerte del Obispo.

Asimismo, el 18 de julio de 1976 fueron secuestrados los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville. Los religiosos fueron interrogados y torturados en la Base de la Fuerza Aérea de Chamical. Sus cuerpos fueron encontrados dos días después.

En junio de 2018 el Papa Francisco autorizó el decreto que reconoce el martirio de Mons. Angelelli y de los sacerdotes Longueville y Murias; además del laico argentino Wenceslao Pedernera.

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