"Con mucho aplomo, mucha hombría", señaló, el Cardenal Posadas "reclamó que jefes de muy alto nivel en el Gobierno estuvieran implicados con los cárteles de las drogas y de la prostitución, del tráfico de mujeres".
"Lo amenazaron, lo echaron para afuera y al mes murió", afirmó.
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Días después del asesinato, el 27 de mayo de 1993, San Juan Pablo II pidió que "el luminoso ejemplo del Cardenal Posadas Ocampo sea estímulo y aliento para todos y, en especial, para cuantos continúan la obra de evangelización a la que el digno Purpurado dedicó toda su vida".
"Que el Señor, Príncipe de la Paz, inspire en los corazones sentimientos de concordia y armonía para que no se repitan actos de injustificable violencia, que ofenden la pacífica convivencia y la tradición cristiana del noble pueblo mexicano", dijo el Santo Padre.
El crimen contra el Cardenal Posadas se suma a las muertes violentas de 48 sacerdotes, un diácono, 4 religiosos, 9 laicos y una periodista católica en México desde 1990.