"No queremos llorar sino honrar el ejemplo de muchos hombres y mujeres que defienden valientemente la vida. Hombres y mujeres como los padres de Alfie Evans y los padres de Vincent Lambert que nos enseñan cómo el coraje y la determinación con la que luchan son una fuerza imparable", dijo Virginia.
Finalmente, aseguró que lo que propone la Marcha por la Vida también es alentar a cada uno "a no escapar del compromiso, sino a reaccionar con toda nuestra fuerza ante la agresión a la que estamos sometidos" por parte de "un sistema político, económico, legal y de medios aparentemente invencible que también quiere eliminar la libertad de expresión".
"Sabemos que con la ayuda de Dios todo es posible, e incluso si nuestra marcha reúne a creyentes y no creyentes en el defensa común de la vida, no tenemos miedo de proclamar públicamente en esta plaza, el nombre de Dios, Creador y Señor de la vida y la muerte de cada uno de nosotros", concluyó Virginia.
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A la marcha además asistieron numerosas delegaciones internacionales provida de los cinco continentes, autoridades locales, y autoridades religiosas como el Cardenal Raymond Burke; Mons. Carlo Maria Viganó, Nuncio Apostólico emérito en los Estados Unidos; Mons. Luigi Negri, Arzobispo emérito de Ferrara-Comacchio, varios párrocos y representantes de institutos religiosos.
También se presentaron los testimonios, entre otros, de Janet Moran, quien habló sobre su asociación "Silent no more" (Silencio no más), fundada en Estados Unidos para ayudar a mujeres que abortaron; Margherita, una joven convencida en enero pasado de matar a su tercer hijo y que actualmente lucha contra el aborto para que otras mujeres no sufran lo mismo; Viviane, la madre de Vincent Lambert, francés tetrapléjico de 41 años que durante diez años permanece estado vegetativo y vive hospitalizado en el hospital de Reims.