En la Solemnidad de Pentecostés, que se celebra este domingo, los católicos tenemos la posibilidad de obtener una indulgencia plenaria, tanto para uno mismo como para un alma del Purgatorio.
El Catecismo de la Iglesia Católica explica que el Purgatorio es una “purificación final” que deben atravesar para llegar al cielo todos aquellos “que mueren en la gracia y en la amistad de Dios” pero que están “imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación”.
¿Qué es una indulgencia plenaria?
La Enciclopedia Católica (EC) explica que “por indulgencia plenaria se entiende la remisión de toda la pena temporal merecida por el pecado, de tal modo que no es necesaria ninguna otra expiación en el Purgatorio”.
De forma breve y amplia se puede decir que la indulgencia plenaria permite que el alma “vuelva” al estado en el que estaba cuando la persona fue bautizada. Si una persona fallece después de obtenerla, se puede decir que tendría asegurado el Cielo.
Una indulgencia, precisa la EC, “no es un permiso para pecar, ni un perdón para pecados futuros: ninguna de estas dos cosas pueden ser concedidas por poder alguno”.