Convertirse al cristianismo en Irán, un país con más del 99% de habitantes musulmanes, puede ser un crimen castigado con más de 10 años de cárcel.
Los templos católicos en el país son monitoreados de cerca con cámaras de vigilancia para que los musulmanes no ingresen, y las escuelas religiosas tienen límites sobre lo que pueden enseñar, dijo a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– el periodista iraní Sohrab Ahmari.
Ahmari escribe actualmente para la editorial Ignatius Press una memoria espiritual sobre su propio viaje hacia la fe católica.
El periodista iraní se convirtió en 2016, luego de vivir en Estados Unidos por más de dos décadas. Su conversión habría sido casi imposible de haber seguido viviendo en Irán.
"En Irán, el catolicismo es un fenómeno principalmente étnico. Hay católicos armenios y asirios. Ellos tienen sus propias iglesias, pero no pueden evangelizar y no pueden tener Biblias en ningún otro lenguaje que no sea el suyo", dijo Ahmari, que trabajó para el diario estadounidense Wall Street Journal por varios años, antes de convertise en el editor senior de la revista Commentary.
"La Constitución iraní consagra el islam chiita como la religión del estado y relega ciertas otras minorías religiosas a un estatus protegido, pero de segunda clase".