15 de diciembre de 2024 Donar
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De ETA a la conversión: “Dios es testigo de que estoy profundamente arrepentido”

Foto referencial. Foto: Pixabay.

El exmiembro de la banda terrorista ETA, José Luis Álvarez Santacristina, alias Txelis, concedió una entrevista a la Revista Misión en la que asegura que tras un encuentro con Dios está "arrepentido".

El pasado jueves 3 de mayo, ETA anunció "el fin de su trayectoria" y que "ha desmantelado totalmente sus estructuras". La historia de esta banda terrorista se salda con 873 fallecidos.

Txelis fue miembro de ETA desde los inicios en 1968, e ideólogo de la kale borroka, que es el término que se emplea para designar la violencia callejera realizada por simpatizantes de la banda. Poco después de su detención en 1992 comenzó a disentir de la lucha armada, hasta que finalmente en el año 1998 fue expulsado de ella.

En la entrevista publicada en el año 2017, el exterrorista asegura que leer el Nuevo Testamento y el acompañamiento de un sacerdote fueron definitivos para "la gracia de poder comenzar a reconducir mi vida por la senda del Evangelio" y emprender "un largo recorrido de conversión y arrepentimiento".  

"Mi historia es la de una gracia concreta y palpable, porque la fe me enfrentó a cosas peores que el miedo a un supuesto infierno: dar un sí definitivo a la fe de Jesús de Nazaret me suponía arrepentirme hasta la médula de los actos a los que pude contribuir en mi época de militancia en ETA, a rechazar la violencia y a decirlo claramente", explicó.

Actualmente Txelis está en libertad condicional y trabaja en un centro educativo del País Vasco (España) ayudando a menores con dificultades.

"Soy consciente de la responsabilidad moral que conlleva haber sido durante años militante de ETA; Dios es testigo de que estoy profunda y sinceramente arrepentido", aseguró .

En la Revista Misión, Txelis da siete consejos para pedir perdón:

1. "La petición de perdón, para ser auténtica y reparadora debes hacerla, ante todo y sobre todo, desde el sufrimiento de la víctima, desde la conciencia del dolor generado, a veces de forma irreparable, en ella y en sus familiares".

2. "Recuerda que pedir perdón de forma sincera no obliga a la víctima a tener que otorgarte su perdón, ni siquiera escucharte. Quien pide perdón de verdad no espera necesariamente que se le otorgue el perdón, porque es consciente del daño infligido, y de la dificultad, a veces enorme, de la víctima o sus familiares para poder perdonar".

3. Aunque pedir perdón no constituye una exigencia para la víctima, puede ser una oportunidad para que la memoria del daño sufrido se asiente, se avancen en la labor de duelo cuando se ha sufrido la pérdida de un ser querido o graves heridas físicas y morales y se construya una paz reparadora.

4. Pedir perdón es un acto de humildad, pues te reconoces radicalmente falible y responsable del mal causado a alguien; no echas balones fuera, no buscas excusas: reconoces simple y llanamente tu error o el mal causado.

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5. También es un acto de valentía porque, lejos de toda arrogancia o sumisión deshumanizante a presiones externas, te atreves a enfrentarte al mal que has provocado.

6. Piensa que pedir perdón es un acto genuinamente humano, que muestra nuestra capacidad de reconocer el daño causado ante quienes lo han sufrido. Al pedir perdón inicias un proceso de reparación del daño y, a su vez, te reconcilias contigo mismo, con lo más profundo de tu dignidad. Eso sí, pedir perdón no responde, en primera instancia, a una necesidad psicológica o social que tengas, sino a un deber de conciencia para con tu víctima".

7."Si pides perdón, no sólo pides algo, también ofreces algo, por pobre que parezca en comparación con el daño infligido: ofreces humildad, sinceridad, remordimiento y empatía con el dolor de la víctima y su familia, muestras tu pesar por el mal cometido. Y, sobre todo, manifiestas tu firme voluntad de no volver jamás a realizar un acto semejante. En definitiva, ofreces y muestras tu sincero arrepentimiento.

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