Aunque cada vez es menos frecuente encontrar eremitas en la Iglesia Católica, aún existen religiosos que aseguran la continuidad de esta vocación en pleno siglo XXI, tan caracterizado por el avance de la tecnología en las comunicaciones.
Es el caso del Hermano Rex, un eremita de la Hermandad Little Portion de la Diócesis de Portland, ubicada en el estado de Maine (Estados Unidos), quien receurda la importancia de esta vocación dentro de la Iglesia y que es mucho más que prácticas y aislamiento ascéticos.
"La gracia me atrajo a esta forma particular de discipulado. El ejemplo de los Padres y Madres del Desierto me atrajo a esta vida. También el ejemplo de muchos de los grandes santos a lo largo de la historia, como Francisco de Asís, un santo conocido que vivió como eremita por un tiempo antes de ser llamado a fundar una fraternidad religiosa de Hermanos", contó el Hermano Rex en una entrevista concedida a CNA, agencia en inglés del Grupo ACI en el año 2019.
La palabra "eremita" proviene del griego "eremos", que significa desierto o lugar aislado. La vocación de un eremita se hizo más popular entre los primeros cristianos, quienes, inspirados por santos como Elías y Juan el Bautista, deseaban vivir una vida apartada y, por lo tanto, se retiraron al desierto para vivir en oración y penitencia.
La definición de eremita se encuentra en el canon 603 del Código de Derecho Canónico, la norma que rige a la Iglesia Católica.
"§1. Además de los institutos de vida consagrada, la Iglesia reconoce la vida eremítica o anacorética, en la cual los fieles, con un apartamiento más estricto del mundo, el silencio de la soledad, la oración asidua y la penitencia, dedican su vida a la alabanza de Dios y salvación del mundo", establece.