MADRID,
Leire Navaridas sufrió las consecuencias del síndrome postaborto; sin embargo, después de descubrir lo que había significado el "error más grande de su vida", consiguió perdonarse a sí misma y ahora tiene un hijo, por eso reclama una mayor concienciación de que "cada vida es sagrada" y el apoyo de todo tipo a la mujer embarazada para que no aborte.
Según cuenta en el vídeo publicado en el año 2018 en el canal Youtube de REDMADRE, cuando Leire se enteró que estaba embarazada fue "un golpe muy duro", ya que afrontaba una "crisis terrible" con su pareja.
"Les comunico a mis padres que estoy embarazada, con la decisión de no tenerlo. Y para mi sorpresa, su reacción fue de completa aprobación. Fuimos allí (a la clínica abortista) como quien va a la peluquería, me hicieron la intervención, salí y esperé en la sala y nos fuimos a casa. Y no se volvió a hablar nunca más de eso", recuerda, y precisa que el aborto se convirtió en "un tabú" del que no se habló nunca más con su familia, su pareja e incluso tampoco con ella misma.
Un año más tarde Leire volvió a quedar embarazada y en esta ocasión tuvo un aborto espontáneo. Aunque aparentemente su vida era estable, Leire comenzó un tratamiento por unos vértigos que le sobrevenían en determinadas situaciones.
"Esa terapia me hizo ser consciente de que estaba cegada en muchos temas y después de dos años salió el tema del aborto y salió con toda la fuerza que tiene. Ahí fui consciente de que había cometido un error gravísimo", recuerda.
A medida que avanzó en la terapia, Leire fue consciente de que abortar "ha sido el mayor error que he hecho en mi vida". "Tardé tanto en sacarlo porque cuando intuyes el dolor que puede haber te asustas y piensas que no hay forma de gestionarlo y por eso, mujeres como yo, lo tapan y le quitan la importancia, porque no puedes verlo como que le has quitado el derecho a un ser vivo de venir al mundo, sino que ves que te has quitado algo que no te venía bien. Así te quedas complacida, pero por dentro estás rota", asegura.
Según explica, el día que ella descubrió la realidad lo recuerda como "un chorro enorme de dolor, te sientes horrible y no puedes parar de llorar. Y realmente no llegas a abarcar todo el dolor que sale de ahí". "Eres consciente de que de tu voluntad ha salido parar el desarrollo de un ser vivo que estaba en tu vientre, te sientes indigna, rota, ilegítima como madre", apunta.