VATICANO,
En una nueva Audiencia General, el Papa Francisco habló del Triduo Pascual y de la Semana Santa. Sobre todo se detuvo en la Pascua e invitó a "lavar el alma, lavar los ojos del alma, para ver las cosas bellas y hacer cosas bellas". "Esta es la resurrección de Jesús después de su muerte que fue el precio para salvarnos a todos".
A continuación, el texto completo de la catequesis:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy me gustaría reflexionar sobre el Triduo Pascual que empieza mañana para profundizar en aquello que los días más importantes del año litúrgico representan para nosotros, los creyentes. Me gustaría preguntaros: ¿Cuál es la fiesta más importante de nuestra fe, Navidad o Pascua? Pascua porque es la fiesta de nuestra salvación, la fiesta del amor de Dios por nosotros, la fiesta, la celebración de su muerte y resurrección. Por eso quisiera reflexionar con vosotros sobre esta fiesta, sobre estos días, que son días pascuales, hasta la resurrección del Señor. Estos días constituyen la memoria conmemorativa de un gran misterio único: la muerte y la resurrección del Señor Jesús. El Triduo comienza mañana, con la Misa de la Cena del Señor y terminará con las vísperas del Domingo de Resurrección. Después viene "Pasquetta" (Lunes de Pascua) para celebrar esta fiesta grande: un día más. Pero es post-litúrgico: es la fiesta familiar, es la fiesta de la sociedad. Marca las etapas fundamentales de nuestra fe y de nuestra vocación en el mundo, y todos los cristianos están llamados a vivir los tres días santos –jueves, viernes, sábado; y el domingo- naturalmente- pero el sábado es la resurrección- los tres días santos, como, por decirlo así, la "matriz" de su vida personal de su vida comunitaria, como vivieron nuestros hermanos judíos el éxodo de Egipto.
Estos tres días vuelven a proponer al pueblo cristiano los grandes eventos de salvación operados por Cristo, y así lo proyectan en el horizonte de su destino futuro y lo fortalecen en su compromiso de testimonio en la historia.
En la mañana de Pascua, volviendo a recorrer las etapas vividas en el Triduo, el canto de la Secuencia, o sea un himno o una suerte de salmo, hará que se escuche solemnemente el anuncio de la resurrección. Y dice así: "Cristo, nuestra esperanza, ha resucitado y nos precede en Galilea". Esta es la gran afirmación: Cristo ha resucitado. Y en tantos pueblos del mundo, sobre todo en el Este de Europa, la gente se saluda estos días de Pascua, no con un "buenos días" o "buenas tardes", sino con "Cristo ha resucitado", para afirmar el gran saludo pascual. "Cristo ha resucitado. Con estas palabras -Cristo ha resucitado- de conmovida exultación culmina el Triduo. No solo contienen un anuncio de alegría y esperanza, sino también un llamamiento a la responsabilidad y a la misión. Y no termina con la "colomba" (dulce de Pascua italiano n.d.r.) los huevos, las fiestas- aunque todo esto sea hermoso porque es la fiesta de la familia- pero no termina con eso. De ahí comienza el camino a la misión, al anuncio: Cristo ha resucitado. Y este anuncio, al que conduce el Triduo preparándonos para acogerlo, es el centro de nuestra fe y de nuestra esperanza, es el núcleo, es el anuncio, es –la palabra difícil- es el kerygma que continuamente evangeliza a la Iglesia y que ella, a su vez, es enviada a evangelizar.