VATICANO,
En una Plaza de San Pedro abarrotada de fieles, sobre todo jóvenes que quisieron celebrar en Roma la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco celebró el Domingo de Ramos y recordó que ante las calumnias siempre hay que mirar a la Cruz.
"La liturgia nos invitó a hacernos partícipes y tomar parte de la alegría y fiesta del pueblo que es capaz de gritar y alabar a su Señor; alegría que se empaña y deja un sabor amargo y doloroso al terminar de escuchar el relato de la Pasión", explicó el Santo Padre.
Sobre la alegría de Jesús al entrar en Jerusalén y cómo fue acogido por parte del pueblo, el Pontífice señaló que "resulta incómoda y se transforma en sinrazón escandalosa para aquellos que se consideran a sí mismos justos y 'fieles' a la ley y a los preceptos rituales".
"Alegría insoportable para quienes han bloqueado la sensibilidad ante el dolor, el sufrimiento y la miseria. Alegría intolerable para quienes perdieron la memoria y se olvidaron de tantas oportunidades recibidas".
El Papa añadió: "¡Qué difícil es comprender la alegría y la fiesta de la misericordia de Dios para quien quiere justificarse a sí mismo y acomodarse! ¡Qué difícil es poder compartir esta alegría para quienes solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros!".
Francisco habló luego de aquellos que más tarde defendieron que el Señor fuera crucificado, un "grito armado, producido, que se forma con el desprestigio, la calumnia, cuando se levanta falso testimonio".