VATICANO,
La Basílica Pontificia de San Juan de Letrán, en Roma, acogió este viernes 23 de marzo el Vía Crucis con motivo de la Reunión Pre-Sinodal de los Jóvenes, en el que se compartieron impactantes historias durante las 14 estaciones.
Según informó la Santa Sede, el objetivo del Vía Crucis fue "meditar sobre la pasión y muerte del Señor, teniendo presente las luces y las sobras, las cruces y las esperanzas de los jóvenes del mundo de hoy".
En ese sentido, en las 14 estaciones se compartieron, como parte de las meditaciones, testimonios de cristianos perseguidos, fieles que fueron vendidos como esclavos o que cayeron en flagelos como las drogas.
Por ejemplo está la historia de Salem Matti Kourk, un cristiano iraquí de 43 años que vivía en Bartala, una pequeña ciudad de la llanura de Nínive. Su caso fue narrado en la primera estación, donde se recuerda la condena a muerte de Jesús.
"Cuando el 8 de agosto de 2014 la ciudad fue conquistada por los milicianos del ISIS, la mayoría de los cristianos había dejado la ciudad. Salem no se unió a los miles de prófugos porque padecía problemas cardíacos y, al no poder huir, decidió quedarse. Los yihadistas lo detuvieron. Salem fue torturado hasta que murió y su cadáver fue abandonado en la calle".
También se contó la historia de Joseph, que a los siete años -en 1987- fue vendido como esclavo en Sudán del Sur. "Su historia de esclavitud duró 10 años. Su dueño con frecuencia le pegaba, lo torturaba y abusaba de él. Un día se le escaparon algunos de los camellos que cuidaba y el dueño se enfureció violentamente: juró que mataría a Joseph".