Diversos medios de comunicación aseguran que un hombre que asesinó a su esposa "confesó" su crimen a un sacerdote, quien lo reportó a las autoridades. Esta es la verdad.
John Grazioli, de 44 años, asesinó a su esposa, Amanda, de 31, en su casa en el condado de Erie, en Pensilvania (Estados Unidos) a inicios de marzo. Tras abandonar el cuerpo dentro de la vivienda, se dirigió a la iglesia St. Peter Cathedral y pidió hablar con un sacerdote.
El P. Michael Polinek, que atendió a Grazioli, dijo a Erie-Times News que el asesino "estaba un poco perturbado y, tras un momento, básicamente dijo: necesito decirte que asesiné a mi esposa y que me iré a casa y me suicidaré".
El sacerdote precisó que no se trató de una confesión sacramental, por lo que no estaba obligado a mantener en secreto lo que le dijo el asesino.
Un sacerdote que rompe el secreto de confesión, de acuerdo al Código de Derecho Canónico, queda excomulgado automáticamente, pues "el sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo".