VATICANO,
A partir de la Primera Lectura de este martes 20 de marzo, en la que se narran las penurias del pueblo de Israel tras la huida de Egipto, el Papa Francisco explicó en la Misa celebrada en Casa Santa Marta cómo mirar a Cristo ensangrentado en la cruz puede ayudar a superar los momentos de desilusión en el camino de conversión que, incluso, pueden incitar en el alma sentimientos de rechazo a Dios.
El pueblo de Israel, a pesar de todo lo que había recibido de Dios, el maná cuando les faltaba de comer, el agua cuando les faltaba de beber, mostró su rechazo a Moisés y a Dios cuando llegaron a la frontera con la tierra de Caná y comprobaron que estaba habitada por un pueblo poderoso fuertemente armado.
El Santo Padre explicó que "el pueblo no soportó el viaje", del mismo modo que las personas comienzan "una vida para seguir al Señor, para estar cercano al Señor, pero llegan a un punto en que las pruebas parecen superarlos".
Se llega entonces a un momento en que la persona dice "¡basta! ¡Yo aquí me paro y me doy la vuelta!". Se piensa, pues, en el pasado con nostalgia: "cuanta comida maravillosa comíamos allí", en referencia a la nostalgia que, en un momento concreto, sintieron algunos israelitas de la esclavitud en Egipto.
"Estas son las ilusiones que nos mete el diablo: te hace ver lo bello de una cosa que has dejado, de las cuales te has convencido en el momento de la desolación del camino, cuando todavía no has alcanzado la promesa que te hizo el Señor".
El Obispo de Roma comparó esta situación con el camino de la Cuaresma. Puede ocurrir que "en Cuaresma podamos pensar de este modo. O concebir la vida como una Cuaresma: siempre hay pruebas y las consolaciones del Señor como el maná, el agua… Y a pesar de todo, el pueblo de Israel no podía olvidar lo que comían en la mesa de la esclavitud".