VATICANO,
El Papa Francisco dio inicio a la jornada "24 horas para el Señor" con una liturgia penitencial en la que confesó a varios fieles en la Basílica de San Pedro.
Por quinto año consecutivo, el Pontífice presidió esta celebración a la que asistieron miles de fieles y que comenzó con una procesión. Después continuó con la Liturgia de la Palabra. A continuación, el Pontífice dio inicio al Sacramento de la Reconciliación. Primero se confesó él mismo como un simple penitente y después confesó a los fieles.
En la breve homilía que pronunció, señaló que "el amor de Dios es siempre más grande de lo que podemos imaginar, y se extiende incluso más allá de cualquier pecado que nuestra conciencia pueda reprocharnos".
"Es un amor que no conoce límites ni fronteras; no tiene esos obstáculos que nosotros, por el contrario, solemos poner a una persona, por temor a que nos quite nuestra libertad", añadió.
Además, explicó que "sabemos que la condición de pecado tiene como consecuencia el alejamiento de Dios" y "de hecho, el pecado es una de las maneras con que nosotros nos alejamos de Él. Pero esto no significa que él se aleje de nosotros".
"La condición de debilidad y confusión en la que el pecado nos sitúa, constituye una razón más para que Dios permanezca cerca de nosotros", dijo también.