22 de diciembre de 2024 Donar
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Mujeres se venden por comida a los cascos azules en Rep. Centroafricana, denuncia obispo

Mons. Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou (República Centroafricana). Foto: ACN.

Mons. Juan José Aguirre es el Obispo de Bangassou (República Centroafricana), desde hace 18 años; sin embargo vive en este país en conflicto desde hace casi 40 años, y ha participado de manera activa en los intentos de pacificación entre las guerrillas.

El Obispo fue entrevistado por el diario ABC, en donde relató la escasez de comida que se vive en esa zona y que lleva a las mujeres a vender su cuerpo a los cascos azules de la ONU por un poco de comida.

"Están desesperadas, se mueren de hambre y muchas veces ellas mismas insisten en venderse para poder comer", explica en la entrevista. Indicó que durante una visita de Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas a Bangassou, le explicó que "había mujeres violadas, algunas menores de edad, y que eso era un crimen contra la Humanidad".

La ONU abrió una investigación pero no se encontraron a los responsables. De hecho recuerda cómo en el 2015, cascos azules del Congo fueron expulsados por ofrecer comida a cambio de sexo.

"A estos soldados no les suponía nada entregar las latas de lentejas", pero eran usadas como moneda de cambio.

Como consecuencia de la violencia, el pasado sábado un grupo violento atacó a unas religiosas en la ciudad de Rafai, a 150 kilómetros de Bangassou. El Prelado asegura que en las próximas semanas viajará a esa zona para dar ánimos a dos sacerdotes que llevan un colegio con 2 mil alumnos.

"Si apoyamos a los profesores seguirán en pie las escuelas, y si estas funcionan, niños musulmanes y no musulmanes convivirán en las clases y los padres evitarán pelearse", explica.   

En este país africano existe una guerrilla llamada Anti-balaka, que busca vengarse de los musulmanes luego de que años atrás el grupo islámico Seleka asesinara a miles de personas.

Durante los ataques que tuvieron lugar en el 2017, este Obispo español acogió a 2 mil musulmanes para salvarles la vida de las milicias Anti-balaka, e hizo de escudo humano.

Según precisa, esta guerra "de baja intensidad", como él la define, no es producto de un conflicto entre religiones sino de intereses económicos. "Hay un fuerte interés por convertir una parte de República Centroafricana en un estado independiente musulmán. Así, Arabia Saudí conseguiría una frontera de 1.000 kilómetros que le permitiría llegar a El Congo, país apreciado por todos por su riqueza en coltán, manganeso o cobre", asegura en la entrevista.

El Obispo vuelve periódicamente a España porque está amenazado de muerte, pero tiene claro que no piensa dejar el país. "Los anti-balaka me llaman traidor por proteger a los musulmanes. Uno me puso una ametralladora en la cabeza; recuerdo que tenía los ojos vidriosos por la droga. Yo estaba en mi coche y, lentamente, empecé a subir la música para que dejara de gritar y se calmara", recuerda para ABC.

Y destaca: "Cómo voy a dejar a la gente allí? Se van a morir. La Iglesia Católica es la última que apaga la luz. No podemos irnos".

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Además, Mons. Aguirre explica que entre los musulmanes que viven en la Diócesis de Bangassou hay un grupo que se ha radicalizado. "Están en un espacio pequeño, se sienten acorralados. Hay unos cien que se han radicalizado, nos han robado todo, han destruido instalaciones, también la estatua de la Virgen...Buscan un chivo expiatorio porque lo han perdido todo".

El Prelado reconoce que esta situación de constante conflicto le agota física y psicológicamente. "No duermo bien, tengo mucho estrés. Cada vez que rezaba escuchaba de fondo bombas y ametralladoras. He tenido momentos de fragilidad psicológica y por eso he vuelto (a España temporalmente). Verbalizar ayuda a salir del shock", afirma.

Mons. Aguirre asegura que "si se pierde la esperanza hay que inventársela. Porque si un día se acabó el apartheid, esto también puede acabar".

Pero tiene claro que su esperanza y su fuerza están en el Señor: "Hundo mis ojos en los ojos del Señor para coger fuerza y energía. Busco el silencio del cuerpo y la mente para dejar solo abiertos los ojos y el espíritu, y así hundir mis ojos en los ojos del Señor".

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