14 de noviembre de 2024 Donar
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Secretario de Estado explica objetivos de negociación entre el Vaticano y China

Una bandera china en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Foto: ACI Prensa

El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, detalló los objetivos de las negociaciones de la Santa Sede con el gobierno comunista de China, que desde hace años asedia a los católicos, especialmente a los obispos que se mantienen fieles a la Sede de Pedro.

En entrevista concedida al vaticanista italiano Gianni Valente, publicada este miércoles 31 de enero en Vatican Insider, el Cardenal explicó que "el Santo Padre sigue personalmente las negociaciones actuales con las autoridades de la República Popular China. Todos sus colaboradores actúan en sintonía con él. Nadie toma iniciativas privadas. Sinceramente, cualquier otro tipo de razonamiento me parecería fuera de lugar".

Estas palabras ratifican la declaración del 30 de enero del Director de la Sala de Prensa del Vaticano, Greg Burke. El vocero dijo que es "sorprendente y lamentable que lo contrario sea afirmado por personas de la Iglesia, generando confusión y polémica".

Aunque Burke y el Cardenal Parolin no lo mencionan, sus declaraciones responden a la carta del Obispo Emérito de Hong Kong, Cardenal Joseph Zen ze-kiun, publicada el 29 de enero y en la que analiza la difícil situación por la que atraviesa la Iglesia Católica en China, en particular los obispos fieles a Roma, que son presionados y perseguidos por el gobierno comunista.

En la misiva que publicó en su sitio web, el Cardenal recuerda que en los últimos días los medios informaron que el Vaticano solicitó a dos obispos su renuncia para permitir que prelados afines el gobierno asuman sus cargos.

La detallada carta del Purpurado tiene un tono crítico y en ella señala, entre otras cosas, que "el problema no es la renuncia de los obispos legítimos, sino el pedido de hacer espacio para aquellos ilegítimos e incluso excomulgados".

"Sé que soy pesimista en relación a la situación actual de la Iglesia en China, pero mi pesimismo tiene fundamento en mi larga y directa experiencia de la Iglesia en China. Entre 1989 y 1996 solía pasar seis meses al año enseñando en varios seminarios de la comunidad de la Iglesia oficial. Por ello he visto directamente la esclavitud y la humillación a la que son sometidos nuestros hermanos obispos", afirma el Cardenal Zen en su carta.

En su misiva, el Obispo Emérito cuestiona: "¿Creería yo que el Vaticano está vendiendo la Iglesia Católica en China? Sí, definitivamente, si es que van en la dirección en la que están según lo que han venido haciendo en los últimos años y meses".

En la entrevista publicada este miércoles, el Cardenal Parolin reconoció que en la Iglesia existe el derecho a disentir y criticar, pero no deberían "suscitar la división". En ese sentido, continuó, "ningún punto de vista personal puede ser considerado exclusivo intérprete de lo que es bueno para los católicos chinos. Por ello, la Santa Sede obra para encontrar una síntesis de verdad y una vía practicable para responder a las legítimas expectativas de los fieles, dentro y fuera de China".

El Cardenal subrayó que "la comunión entre el Obispo de Roma y todos los obispos católicos toca el alma de la unidad de la Iglesia: no es una cuestión privada entre el Papa y los obispos chinos o entre la Sede Apostólica y las autoridades civiles".

El Purpurado italiano resaltó que "el principal objetivo de la Santa Sede en el diálogo es precisamente salvaguardar la comunión en la Iglesia, siguiendo el surco de la genuina tradición y de la constante disciplina eclesiástica".

Otro importante objetivo de las negociaciones con el gobierno chino, precisó el Cardenal, es "llegar, cuando Dios quiera, a ya no tener que hablar de obispos 'legítimos' e 'ilegítimos', 'clandestinos' y 'oficiales' en la Iglesia china, sino a encontrarse entre hermanos, aprendiendo nuevamente el lenguaje de la colaboración y de la comunicación".

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Las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano se rompieron en 1951, dos años después de la llegada al poder de los comunistas que expulsaron a los clérigos extranjeros.

Desde entonces, China únicamente ha permitido el culto católico por medio de la Asociación Patriótica Comunista China, leal al gobierno chino, que rechaza la autoridad de la Santa Sede en el nombramiento de obispos y en el gobierno de la Iglesia.

Los obispos legítimos que permanecen fieles al Papa viven una situación cercana a la clandestinidad, permanentemente asediados por las autoridades comunistas.

El Cardenal Pietro Parolin explicó que "la Santa Sede conoce y comparte los graves sufrimientos que soportan muchos católicos en China y su generoso testimonio del Evangelio. Sigue habiendo muchos problemas para la vida de la Iglesia y estos no pueden ser resueltos todos juntos. Pero, en este marco, la cuestión de la elección de los obispos es crucial".

"Por otra parte, no podemos olvidar que la libertad de la Iglesia y el nombramiento de los obispos siempre han sido temas recurrentes en las relaciones entre la Santa Sede y los Estados. Claro, el camino emprendido con China, mediante los actuales contactos, es gradual y todavía está expuesto a muchos imprevistos, así como a posibles emergencias nuevas. Nadie, en conciencia, puede afirmar tener soluciones perfectas para todos los problemas".

Es necesario, expresó el Cardenal, "tener tiempo y paciencia para que se puedan curar todas las heridas personales infligidas recíprocamente dentro de las comunidades. Desgraciadamente, es cierto que todavía habrá muchas incomprensiones, fatigas y sufrimientos que afrontar. Pero todos tenemos la confianza en que, una vez considerado adecuadamente el punto del nombramiento de los obispos, las dificultades que queden ya no deberían ser tales como para impedirle a los católicos chinos vivir en comunión entre ellos y con el Papa".

"Esto es lo importante, y lo que tanto se esperaba y deseaba desde San Juan Pablo II y Benedicto XVI. Esto es lo importante y hoy se persigue con la clarividencia del Papa Francisco", subrayó.

Dirigiéndose a las autoridades chinas, el Cardenal dijo que "la Iglesia en China no pretende sustituir al Estado, sino que desea ofrecer su contribución serena y positiva por el bien de todos. Por lo tanto, el mensaje de la Santa Sede es un mensaje de buena voluntad, con la esperanza de proseguir en el diálogo emprendido para contribuir a la vida de la Iglesia católica en China, al bien del pueblo chino y a la paz en el mundo".

Desde hace algunos años la Santa Sede trabaja en un acuerdo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con China, un acercamiento alentado por el Papa Francisco.

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