21 de noviembre de 2024 Donar
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¿Charles Dickens tuvo una visión de la Virgen María?

Charles Dickens / Crédito: Wikimedia Commons

Hace 174 años el escritor inglés Charles Dickens, aclamado por novelas como Historia de dos ciudades, Oliver Twist o David Copperfield, habría tenido una visión de la Virgen María, según aseguró un conocido columnista católico.

En un artículo del columnista católico Angelo Stagnaro publicado por el National Catholic Register, se indicó que a "Charles Dickens no le gustaban los católicos, como era la norma para la mayoría de los protestantes ingleses de la época victoriana", a pesar de ello, el escritor católico "G.K. Chesterton afirmó en su biografía de Dickens que este era católico en el fondo".

"Dickens no era fanático ni del catolicismo ni del protestantismo evangélico, pero aún poseía sentimientos religiosos, mostrando simpatía por el utilitarismo y el anglicanismo. Cuando su hijo zarpó rumbo a Australia en 1868, le dio una copia del Nuevo Testamento, diciendo que 'es el mejor libro que se haya conocido o se sepa en el mundo'", sostiene Stagnaro.

Asimismo, en una nota posterior a su hijo, Dickens lo instó a desarrollar una vida de oración: "Nunca abandones la sana práctica de decir tus propias oraciones privadas, de noche y de mañana. Nunca lo he abandonado y sé lo cómodo que es".

La visión de la Virgen María según Dickens

Una noche de 1844, un año después de haber publicado la novela A Christmas Carol, Dickens se despertó y vio una imagen al pie de su cama: una mujer vestida de azul. Luego escribió a un amigo suyo describiéndola con el aspecto de "la Virgen María en una imagen de Rafael".

Dickens escribió más tarde a su biógrafo y amigo John Forster la siguiente descripción de aquella tarde:

"Déjame contarte un sueño curioso que tuve el lunes pasado por la noche; y los fragmentos de realidad que puedo recordar. En un lugar indistinto, que era bastante sublime en su indeterminación, fui visitado por un espíritu".

"No pude distinguir la cara, ni recuerdo que deseaba hacerlo. Llevaba un manto azul, como la Virgen en una imagen de Rafael; y no se parecía a nadie que yo haya conocido, a excepción de la estatura. Estaba tan llena de compasión y pesar por mí que me conmovió el corazón; y dije, sollozando: '¡Oh! ¡Dame alguna señal de que realmente me has visitado!'".

"'¡Contéstame una pregunta!', le dije en una agonía de súplica por temor a que me abandone. '¿Cuál es la verdadera religión?' Cuando se detuvo un momento sin responder, dije: ¡Dios mío que no se vaya! '¿Piensas, como yo, que la forma de la religión no importa tanto si tratamos de hacer el bien?'".

"Le dije, observando que todavía dudaba, y me conmovió con la mayor compasión por mí, '¿Quizás la religión católica romana es la mejor? ¿Quizás esta ayuda a pensar en Dios con mayor frecuencia y creer en Él más firmemente'?'. 'Para ti', dijo el espíritu, lleno de tanta ternura celestial que sentí como si mi corazón se rompiera: '¡para ti es lo mejor!'".

"Entonces me desperté, con lágrimas en mi rostro, y estaba exactamente en igual condición que en mi sueño", dijo Dickens.

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Tiempo después, cuando se le preguntó, Dickens supuso que el espíritu pertenecía a la hermana de su esposa, Mary Hogarth, que había muerto en 1837 y que era muy cercana. Sin embargo, se apresuró a añadir que el espíritu "no se parecía a ninguno que haya conocido". Dicho esto, Dickens también agregó que había "un gran altar en nuestra habitación", donde la Misa se había celebrado regularmente en otros tiempos.

Dickens también admitió que había estado "escuchando las campanas del convento (que suenan a intervalos en la noche), y así, había pensado, sin duda, en los servicios de la Iglesia Católica Romana".

Cualquier católico, indica Stagnaro, al escuchar la narración de Dickens "reconocería inmediatamente a la mujer como la Santísima Virgen María".

"La ropa azul, una figura silenciosa, una mirada de profunda, compasiva y su insistencia para que se convierta al catolicismo son todos obsequios. El espíritu fue definitivamente la Santísima Virgen María", concluyó. 

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