21 de noviembre de 2024 Donar
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El Papa advierte del peligro de no trabajar por el fin de las guerras que afectan al mundo

El Papa Francisco ante el Cuerpo Diplomático. Foto: Vatican Media

En un discurso centrado en la necesidad de promover la paz en el mundo en un momento en que diversas regiones están padeciendo los efectos de la guerra y la injusticia, el Papa Francisco se dirigió a los embajadores acreditados ante la Santa Sede para reflexionar sobre los retos que afrenta hoy la comunidad internacional.

El Santo Padre acogió al Cuerpo Diplomático en el Palacio Apostólico del Vaticano en la tradicional audiencia de año nuevo. Su discurso comenzó con una reflexión sobre las lecciones de la Primera Guerra Mundial, de la que se cumple en este año 2018 el centenario de su final.

En concreto, señaló que se pueden obtener dos advertencias de aquella contienda mundial que "lamentablemente la humanidad no supo comprender inmediatamente, llegando en el arco de veinte años a combatir un nuevo conflicto aún más devastador que el anterior", en referencia a la Segunda Guerra Mundial.

"La primera advertencia –explicó– es que ganar no significa nunca humillar al rival derrotado. La paz no se construye como la afirmación del poder del vencedor sobre el vencido. Lo que disuade de futuras agresiones no es la ley del temor, sino la fuerza de la serena sensatez que estimula el diálogo y la comprensión mutua para sanar las diferencias".

La segunda advertencia es que "la paz se consolida cuando las naciones se confrontan en un clima de igualdad. Lo intuyó hace un siglo el Presidente estadounidense Thomas Woodrow Wilson, cuando propuso la creación de una Asociación general de las naciones destinada a promover para todos los Estados indistintamente, grandes y pequeños, mutuas garantías de independencia e integridad territorial. Así se pusieron las bases de la diplomacia multilateral, que a lo largo de los años ha ido adquiriendo un papel y una influencia cada vez mayor en toda la comunidad internacional".

Desarme y paz

Francisco destacó que la paz debe reconocerse universalmente "como uno de los valores más altos que hay que buscar y defender".

En este sentido, hizo un llamado al desarme, ya que "el desarme completo y el desarrollo integral están estrechamente relacionados entre sí. Por otra parte, la búsqueda de la paz como condición previa para el desarrollo implica combatir la injusticia y erradicar, de manera no violenta, la causa de las discordias que conducen a las guerras".

"La proliferación de armas agrava ciertamente las situaciones de conflicto y supone grandes costes en términos materiales y de vidas humanas que socavan el desarrollo y la búsqueda de una paz duradera", advirtió.

El Pontífice se refirió en concreto a algunos países y regiones donde la paz debe ser una prioridad para la comunidad internacional. Comenzó refiriéndose a la Península de Corea: "es primordial que se pueda sostener todo esfuerzo de diálogo en la península coreana, con el fin de encontrar nuevas vías para que se superen las actuales confrontaciones, aumente la confianza mutua y se asegure un futuro de paz al pueblo coreano y al mundo entero".

A continuación, habló de Siria, donde llamó a continuar con "las distintas iniciativas de paz en un clima propositivo de creciente confianza entre las partes, para que se logre poner fin, de una vez para siempre, al largo conflicto que ha afectado a todo el país y que ha causado enormes sufrimientos. El deseo de todos es que, después de tanta destrucción, llegue el tiempo de la reconstrucción. Pero más que construir edificios es necesario reconstruir los corazones, volver a tejer la tela de la confianza mutua, premisa imprescindible para el crecimiento de cualquier sociedad".

En concreto, definió como vital la protección de las minorías religiosas presentes en Siria, "entre las cuales se encuentran los cristianos, que desde hace siglos contribuyen activamente a realizar la historia de Siria". Además, pidió el regreso de "los numerosos refugiados que han encontrado acogida y protección en las naciones vecinas, especialmente en Jordania, Líbano y Turquía".

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Muy relacionado con el conflicto en Siria, es la situación de Irak, por lo que pidió también nuevos esfuerzos de diálogo "para que los distintos elementos étnicos y religiosos vuelvan a encontrar el camino de la reconciliación, la convivencia y la colaboración pacífica, así también en el Yemen y en otras partes de la región, igual que en Afganistán".

El Papa no se olvidó tampoco de la convivencia entre israelíes y palestinos, y de la disputa por al soberanía de la ciudad de Jerusalén que ocasionó episodios de violencia en las últimas semanas. "La Santa Sede expresa su dolor por los que han perdido la vida en los recientes enfrentamientos y renueva su llamamiento a ponderar toda iniciativa para que se evite exacerbar las contradicciones, e invita a un compromiso por parte de todos para que se respete, en conformidad con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas, el status quo de Jerusalén, ciudad sagrada para cristianos, judíos y musulmanes".

En su discurso, Francisco también dirigió un pensamiento especial a "la querida Venezuela, que está atravesando una crisis política y humanitaria cada vez más dramática y sin precedentes. La Santa Sede, mientras que exhorta a responder sin demora a las necesidades primarias de la población, desea que se creen las condiciones para que las elecciones previstas durante el año en curso logren dar inicio a la solución de los conflictos existentes, y se pueda mirar al futuro con renovada serenidad".

Animó también a no olvidarse de los países que sufren la guerra en África, "especialmente en Sudán del Sur, en la República Democrática del Congo, en Somalia, en Nigeria y en la República Centroafricana, en las que el derecho a la vida está amenazado por el abuso indiscriminado de los recursos, por el terrorismo, la proliferación de grupos armados y por los conflictos que perduran".

"No basta con indignarse ante tanta violencia. Es necesario más bien que cada uno en su ámbito propio se esfuerce activamente por remover las causas de la miseria y construir puentes de fraternidad, premisa fundamental para un auténtico desarrollo humano".

Por último, habló de Ucrania donde también "es urgente que haya un compromiso común para reconstruir puentes. El año apenas terminado ha cosechado nuevas víctimas en el conflicto que aflige al país, y sigue produciendo gran sufrimiento a la población, en particular a las familias que habitan en las zonas afectadas por la guerra y que han perdido a sus seres queridos, con frecuencia ancianos y niños".

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