Cuanto más tiempo trabajaba Ramona Trevino en Planned Parenthood, más preocupada se volvía su conciencia. La exgerente de una de las clínicas de la multinacional del aborto justificaba su trabajo diciendo que desempeñaba su labor en una instalación en la que no se mataban a bebés no nacidos.
Sin embargo, acabó renunciando a su puesto cuando salió a la luz que los empleados del abortorio estaban lastimando a las mujeres más que ayudándolas.
"Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal", dijo Trevino en una entrevista con la Fundación Daily Caller News. A la par que afirmó: "Estaba involucrada en una organización demoníaca. No hay otra palabra que puedas usar para lo que ocurre".
Ramona se quedó embarazada con tan solo 16 años, abandonó la escuela y se embarcó en un matrimonio que terminó en divorcio. Queriendo marcar la diferencia y ayudar a las niñas en situaciones difíciles similares a la que ella había pasado, aceptó un trabajo como gerente de una instalación de Planned Parenthood en Sherman, Texas.
Con el tiempo, sin embargo, Trevino comenzó a lidiar con si le estaba haciendo más daño que bien a las mujeres, y se infiltró en una investigación para buscar la verdad, sin importarle a dónde pudiera llevarla. "Estaba desafiando a mis propias creencias, no podía seguir mostrando indiferencia ante esto", señaló.
Travino subrayó que se sentía preocupada por la cantidad de citas que había programadas a niñas de tan solo 12 años para tratar temas de anticoncepción o para abortar. Además, contó que trataron a muchas mujeres jóvenes que tenían ETS.