Luego de conocerse el nombramiento del Cardenal Carlos Aguiar como nuevo Arzobispo de México, el Cardenal Norberto Rivera Carrera se despidió de su diócesis a través de una carta en la que deseó a su sucesor "todo bien en el Señor, y que su ministerio episcopal sea fructífero para mayor gloria de Dios Nuestro Señor".
En la carta, el Cardenal Rivera Carrera afirma que se lleva la satisfacción "de no haber permanecido mudo ante la violación de los derechos humanos y divinos de mi madre la Iglesia. Lamento si, por mi posición firme, alguien se sintió ofendido y lastimado, y una vez más pido humildemente perdón a quien, aun sin querer, haya ofendido".
Señala que "sin mérito alguno de mi parte, el Pastor de nuestras almas, Cristo Jesús, me quiso como guía de esta enorme Arquidiócesis, y para gobernarla conté con el apoyo de excelentes Obispos Auxiliares, un gran presbiterio con diversidad de dones y carismas, y un numeroso grupo de diáconos que sirven día a día con generosidad".
Asimismo, reconoce "la labor tan diversificada de mis hermanos de vida consagrada en favor del Evangelio", además del "crecimiento y la preparación de los laicos para ocupar el lugar que les corresponde en nuestra Iglesia",
El Cardenal reconoce también los problemas y dificultades que debe afrontar "esta Iglesia particular", "pero es mucho mayor el gozo, la alegría y la santificación que tenemos quienes tratamos de servir a la causa del Evangelio".
Para hacer frente al gobierno de la Arquidiócesis durante 22 años, el Cardenal asegura en su carta que "siempre conté con la cercanía y el amor maternal de mi Morenita del Tepeyac y el ejemplo de san Juan Diego, a quienes ahora elevo mis oraciones por el nuevo Arzobispo de México".