VATICANO,
En el último día del Papa Francisco en Bangladesh, los enfermos y necesitados volvieron a ser los protagonistas. Horas antes de su regreso a Roma y de participar en un encuentro con jóvenes, Francisco visitó en Daca la "Casa Madre Teresa", de las Misioneras de la Caridad.
Esta es la casa donde Santa Teresa de Calcuta se alojaba cada vez que acudía al país. En ella se acoge a enfermos y huérfanos –la mayoría niños–, pero también a personas con discapacidades físicas y mentales.
El Papa acudió al hogar que está situado en el barrio de Tejgaon, uno de los más pobres de la ciudad. Allí le esperaban numerosas personas, la mayoría enfermos y gente muy pobre. También las misioneras que trabajan en ella.
Al llegar, dos niñas pequeñas tomaron de la mano al Papa para acompañarle al interior de la casa, donde se pudo ver también alguna imagen de la Madre Teresa, a quien el propio Francisco canonizó el 4 de septiembre de 2016.
Francisco no pronunció ningún discurso. Bastaron sus palabras de ánimo, su sonrisa y su cercanía. "Siento una gran ternura cuando me encuentro con religiosas ancianas o sacerdotes que han vivido su vida sirviendo plenamente a los demás con alegría y paz", y cuyos ojos son "indescriptibles", las confesó.