21 de noviembre de 2024 Donar
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Cardenal Patriarca de Líbano visita al rey de Arabia Saudita, país esencialmente musulmán

El Cardenal Patriarca Boutros Raï a su llegada a la capital saudí. Foto: Patriarcado Maronita

El Patriarca de la Iglesia Católica Maronita, Cardenal Béchara Boutros Raï, se ha trasladado desde el Líbano, donde se encuentra la sede del Patriarcado, a Riad, Arabia Saudí, para reunirse con el Rey Abdulaziz Al Saud, custodio de las mezquitas de la Meca y Medina, y máxima autoridad política del país.

Según informó la agencia de noticias Saudi Press, la reunión se desarrolló en un tono de cordialidad, y durante la conversación se destacaron las relaciones fraternales entre Arabia Saudí y el Líbano.

Además, también se confirmó la importancia del papel de las diferentes religiones y culturas en la promoción de la tolerancia, la renuncia a la violencia, al extremismo y al terrorismo, y en garantizar la seguridad y la paz a las personas de la región y del mundo.

Se trata de una visita excepcional si se tiene en cuenta que Arabia Saudita es oficialmente un país fundamentalista islámico en el que ninguna religión ajena al islam wahabí, o salafísta, está permitida.

El wahabismo, o salafismo, es una interpretación del islam suní originaria en el interior de la península arábiga en el siglo XVIII, y que empezó a expandirse por el mundo musulmán a partir del siglo XX. Es la ideología que ha inspirado a grupos terroristas islámicos como Estado Islámico o Al Qaeda.

Su radicalismo y su oposición a las corrientes islámicas tradicionales ha llevado a muchos musulmanes a considerar el salafismo como una doctrina herética.

Debido a su doctrina oficial salafí, en Arabia Saudita rige la Sharia, o ley islámica, en su interpretación más extrema. Ello significa, entre otras cosas, que las mujeres son totalmente discriminadas y sometidas a la voluntad de sus esposos.

No se permite ninguna religión que no sea el islam suní, y los no musulmanes tienen prohibido el acceso a las ciudades de la Meca y Medina, las más santas del islam. Incluso está prohibida la posesión de una Biblia, un rosario o un crucifijo.

Precisamente, la llegada del Patriarca Boutros Raï se produce unas semanas después de que trascendieran unas declaraciones del príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salam, de 32 años, en las que afirmó que había llegado el momento de poner fin al fundamentalismo islámico en el país y de impulsar un islam moderado que permitiera abrir las puertas a las demás religiones.

"El 70% de los saudíes es menor de 30 años, y no vamos a pasar otros 30 años viviendo bajo ideas extremistas. Vamos a destruirlas cuanto antes", afirmó el príncipe saudí, que también reclamó un islam "que signifique tolerancia y bondad. Queremos vivir una vida normal".

Este encuentro también se produce en un momento especialmente delicado en las relaciones diplomáticas entre el reino saudita y el Líbano.

La rivalidad entre Arabia Saudita e Irán en la pelea por la hegemonía política en Oriente Medio y el mundo islámico, alimentada por cuestiones religiosas –Arabia Saudí es la principal potencia musulmana suní, mientras que Irán es oficialmente un estado shiíta– ha puesto al Líbano en el centro de la disputa.

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Líbano es un país en el que cristianos maronitas, musulmanes suníes y musulmanes chiíes se reparten el poder político de forma equilibrada. Sin embargo, la milicia shiíta Hezbollah, posee un gran poder interior, y ha sido un aliado tradicional de irán tanto en la guerra contra el Estado Islámico en Siria e Irak, como contra Israel y Arabia Saudí.

En medio de esta disputa entre ambas potencias, agravada por la guerra en Siria e Irak, el primer ministro libanés, Saad Hariri, anunció su dimisión a principios del mes de noviembre como resultado de la presión de los iraníes, por un lado, y de los sauditas, por otro.

Los shiítas acusan a Hariri de haber gobernado bajo órdenes de los saudíes, argumentado reforzado por el traslado a Riad del Presidente nada más dimitir, donde todavía se encuentra. Por su parte, los sunitas afirman que el presidente se ha visto obligado a salir del país ante la amenaza de ser asesinado por afines a Hezbollah.

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