24 de noviembre de 2024 Donar
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“Mi madre nos pedía rezar por el asesino de mi padre, para que Dios lo convirtiera”

Miguel Aguado, mártir que será beatificado el 11 de noviembre en Madrid (España). Foto: Martires Vicencianos

Miguel Aguado es uno de los 60 mártires que será beatificado el próximo sábado 11 de noviembre en Madrid (España), y una de sus hijas, que quedó huérfana con 4 años, declaró que todas las noches rezó "por su padre, para que estuviera en el Cielo y por el alma del asesino para que Dios le convirtiera".

El delito de Miguel Aguado fue ser católico y seglar congregante de la Medalla Milagrosa, es decir, perteneciente a la congregación vicenciana.

Según se precisa en la biografía de este mártir y que se recoge en el semanario Alfa y Omega, Miguel iba a Misa a diario, muy temprano, a la basílica de la Milagrosa, situada en el centro de Madrid, hasta que la cerraron en julio de 1936.

Ir a Misa diaria llamaba la atención de los vecinos y hacía que tanto Miguel como su esposa, María, fueran conocidos en su edificio como "fervientes católicos".

Sin embargo, en octubre de 1936 los vecinos del edificio denunciaron a Miguel y a María a los milicianos. Miguel fue arrestado y llevado a la cárcel.

Según se precisa, "la esposa era muy valiente y soportando las mayores humillaciones y groserías, acudía a la cárcel con sus cuatro hijos".

Miguel fue condenado sin juicio y fusilado en Paracuellos del Jarama, Madrid (España) junto a 25 compañeros el 27 de noviembre de 1936, festividad de la Virgen Milagrosa, de la que era congregante.

Su esposa María quedó viuda a los 30 años y al cargo de cuatro hijos: Ángeles de 6 años, Carmen de 4 años, Miguel de 2 años y Gloria de 6 meses.

La esposa del mártir es un buen ejemplo de perdón cristiano y de la fortaleza que Dios da a quienes se abandonan en Él. Viuda y "sin más ayuda que la Providencia, nunca demostró odio ni sentimiento de venganza", se precisa en la biografía del mártir.

En ese sentido, la segunda de las hijas de Miguel y María dijo que su madre "todas las noches antes de acostarnos nos hacía rezar por nuestro padre, para que esté en el Cielo y por el alma del asesino, para que Dios le convierta y le lleve al Cielo".

Carmen, que falleció hace dos años, también aseguró que no le quedaba dudas "de que mi padre aceptó la muerte por el Señor, porque era un buen cristiano".

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