SANTIAGO,
"Ser cristiano en Centroáfrica significa ser testimonio del perdón y la misericordia de Dios", afirmó el P. Yovane Cox, sacerdote y misionero desde hace 12 años en el país más pobre del mundo según la ONU.
Niños soldados, guerra, persecución y matanzas son parte del flagelo que sufren hoy los 30 mil habitantes de Bema, en la diócesis centroafricana de Bangassou, donde el P. Cox sirve como párroco.
En un contexto de extrema pobreza, el misionero chileno de la Asociación Misión Gran Río ha logrado levantar una escuela para 300 niños y sueña con construir otra con capacidad para 400 alumnos.
Los últimos tres años han sido especialmente difíciles para él, ya que los cristianos y otras minorías están siendo víctimas del ataque de musulmanes fundamentalistas que han desatado sangrientas matanzas y secuestros.
En diálogo con ACI Prensa, el P. Cox señaló que en una situación así urge "transmitir misericordia" y "estar pendiente del perdón, de ayudar a la gente a sobrepasar cosas atroces como la muerte de un ser querido o la destrucción de su pueblo".
El sacerdote relató su propia experiencia de persecución y violencia cuando en junio de este año tuvo que huir junto a sus fieles al Congo para buscar refugio.